LOS Centros de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Melilla y Ceuta tendrán que preparar sus presupuestos del próximo año teniendo en cuenta la nueva partida que llegará desde la Unión Europea. Según anunció ayer la Secretaría General de Estado de Inmigración y Emigración, la Comisión Europea prevé apoyar a partir de 2014 la financiación de los gastos de acogida de los inmigrantes con el fondo de asilo e inmigración.
Los gastos anuales de los servicios que se ofrecen en estas dependencias superan los 4 millones de euros si se suman la inversión necesaria para comida, limpieza, vigilancia y seguridad. A esa cantidad, referida sólo al CETI, hay que sumar el coste de otras instalaciones, como La Purísima, donde se atiende a los menores extranjeros no acompañados (menas).
En definitiva, el problema de la inmigración en Melilla y Ceuta es un continuo ‘suma y sigue’ que no puede ser asumido en solitario con los presupuestos de ambas ciudades autónomas. Y, por otra parte, no es lógico ni justo que sea costeado con el único apoyo del Gobierno central. Es necesario que la Unión Europea se implique cada vez más en este problema desde todos los ámbitos, tanto desde el político, como del social y, sobre todo, del económico. Es fundamental el respaldo financiero de las instituciones europeas porque la inmigración ilegal, lejos de ser un asunto que poco a poco tiende a remitir, no deja de crecer. Prueba de ello es la situación del CETI de nuestra ciudad. Es una instalación que fue diseñada para albergar a un máximo de 480 residentes, pero en los últimos años esa cifra ya sólo no se supera de manera excepcional. Se produce así la paradoja de que la norma ha dejado de ser lo habitual y ahora lo raro se ha convertido en habitual. La saturación del CETI de Melilla es desde hace tiempo un problema crónico. Hay que asumir que, si las circunstancias no cambian, su capacidad máxima va a estar habitualmente sobrepasada con creces. Ante esta evidencia y debido a las dificultades para poner fin al, unas veces, constante goteo de entradas y, en otras ocasiones, entradas multitudinarias, es necesario plantearse tomar medidas definitivas a un problema que ha dejado de ser puntual.
Hasta ahora, el esfuerzo y la dedicación de los profesionales que trabajan en el CETI, sumado a la paciencia de los residentes y a la fortuna necesaria para que los incidentes registrados no hayan pasado de simples conatos han evitado que se registraran desgracias personales. Pero, como ha quedado demostrado con el naufragio de Lampedusa, no podemos dejar los problemas en manos del azar. A veces la diosa de la fortuna, que existe en todas las culturas, está demasiado ocupada para atender tantos frentes y no es capaz de evitar la tragedia.