La sirga tridimensional, una de las partes que componen la valla que separa Melilla de Marruecos, ha pasado de ser un obstáculo casi imposible de superar a ser uno de los elementos que ayudan a los inmigrantes subsaharianos a impulsarse y poder acceder a territorio español.
La conocida como ‘tercera valla’ del perímetro se proyectó a partir de las entradas masiva de subsaharianos del año 2005 y fue presentada como un sistema “único en el mundo” y por el que incluso se llegó a interesar Estados Unidos para su frontera con México.
El sistema de la sirga consiste en un cable trenzado situado en medio de la valla externa y de la interna, que impide desplazamientos de personas a través del pasillo intermedio. En su instalación se invirtieron alrededor de treinta millones de euros.
Además, esta infraestructura cuenta con una inclinación del vallado de diez grados hacia Marruecos, para evitar que se pueda trepar por la verja en dirección a España.
Durante años, ningún inmigrante consiguió saltar este obstáculo, fundamentalmente porque las mafias, en vista de que el perímetro se había reforzado considerablemente, decidieron reconducir las entradas irregulares hacia el mar, mediante el uso de pateras.
Sin embargo, con el aumento de la presión en la valla fronteriza desde hace dos años, se empezó a cuestionar la utilidad de la sirga tridimensional, ya que no sólo no impedía la entrada de los inmigrantes, sino que les ayudaba a saltar la valla exterior.
Las imágenes facilitadas por la Guardia Civil tras la entrada masiva del pasado 17 de septiembre corroboran esta hipótesis, comentada en algunas ocasiones, pero que ahora ha abierto el debate sobre la utilidad de este elemento.
En esas imágenes, grabadas por las cámaras de seguridad instaladas en la propia valla, se aprecia cómo en apenas segundos los inmigrantes logran cruzar desde Marruecos a Melilla, dejando sin capacidad de respuesta a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
Superan con facilidad la valla interior de seis metros, la que da a Marruecos, para caer en la sirga, el entramado de cables de acero elevado unos tres metros, que les ayuda a impulsarse para superar el último obstáculo, la valla exterior que da a Melilla, también de seis metros.
En aquel entonces, la empresa encargada de su instalación hizo pruebas en su día con alpinistas para comprobar la seguridad del sistema y que realmente impidiera que quienes intentaran saltar se lesionaran.
Se tardaba entonces en superar todos los obstáculos alrededor de quince minutos, pero aquellas pruebas nada tienen que ver ahora con la realidad.
En lo que llevamos de año, casi un millar de inmigrantes han logrado acceder a la ciudad autónoma de manera ilegal. La inmensa mayoría de los subsaharianos, alrededor de un 70%, lo hizo saltando la valla fronteriza que separa Melilla y Marruecos.