La política del disimulo, de mirar hacia otra parte esperando que los problemas desaparezcan con sólo ignorarlos, de cerrar los ojos para no ver situaciones... ...preocupantes que se repiten con demasiada insistencia no es, desgraciadamente, la solución. No es una opción válida para poner fin a unos sucesos como los registrados este lunes en el paso fronterizo de Beni Enzar. Los agentes de la Policía Nacional y Guardia Civil que desarrollan su trabajo en ese punto fueron víctimas nuevamente de un apedreamiento procedente de la denominada ‘tierra de nadie’, un terreno del que se ha apoderado Marruecos ante la tradicional pasividad de las autoridades españolas. En el mejor de los casos (según la versión de la Unión Federal de Policía, UFP), la frontera permaneció cerrada durante cinco minutos debido a que medio centenar de marroquíes arrojó cinco piedras y tres botellas de cristal contra los agentes. En cambio, según la versión del Sindicato Unificado de Policía (SUP), el apedreamiento fue más intenso y el tránsito de personas y vehículos por ese punto entre España y Marruecos estuvo interrumpido durante una media hora. Por fortuna, no hay que lamentar daños personales entre los agentes españoles ni entre la multitud de personas que a diario transitan por ese punto.
Ante esta situación, inaudita en cualquier otro puesto fronterizo de la Unión Europea, la Delegación del Gobierno ha optado por una política de guardar silencio, agachar la cabeza y esperar disimuladamente a que pase el temporal. El grave incidente no mereció ayer ni una sola mención por parte del delegado, Abdelmalik El Barkani. Sólo los sindicatos de la Policía Nacional y Guardia Civil salieron en defensa de los agentes y de los ciudadanos de ambos países que ante hechos de ese tipo se ven obligados a asumir unos riesgos innecesarios en un puesto fronterizo de cualquier estado civilizado.
El apedreamiento del pasado lunes no es un hecho puntual. Como informó ayer El Faro y recuerdan hoy los sindicatos policiales en este mismo diario, se registraron unos sucesos similares hace un año, coincidiendo también con la OPE y la Feria de Melilla. Y no sólo eso. Igualmente, los agentes advierten de que esta misma semana se pueden volver a repetir, concretamente, el viernes o el sábado, cuando se espera un mayor número de marroquíes en Beni Enzar o Farhana para participar en las fiestas patronales de nuestra ciudad.
¿Qué medidas se van a tomar ante este problema? Si se va a adoptar alguna, la Delegación no la ha comunicado aún.
Esta política del ‘avestruz’ contrasta con propuestas como la defendida por José Aureliano Martín Segura. Este profesor de la Universidad de Granada afirma que tanto Melilla como Ceuta deben centrar sus esfuerzos en atraer turistas de clase media alta marroquí que sienten debilidad por los productos que ofrecen nuestros comercios. Y al mismo tiempo ofertar a españoles y europeos Melilla como puerta de entrada para conocer el país vecino. El problema está en tener que llegar a nuestra ciudad o entrar a Marruecos por un paso fronterizo como Beni Enzar, donde los turistas pueden verse sorprendidos tanto por una lluvia de piedras como por un irritante silencio de las autoridades españolas.