La ex matadora participó anoche en una mesa redonda en Melilla junto a la ganadera Silvia Camacho y Yeye, la hija de Manzanares.
A toro pasado, la ex matadora Cristina Sánchez dice que no se arrepiente de haber abandonado los ruedos cuando “perdió la ilusión por torear”.
Ya son cosa del pasado los ríos de tinta que corrieron en España cuando la diestra dejó el mundo de los toros porque algunos de sus compañeros se negaban a compartir cartel con ella por ser mujer. Eso no le ha pasado factura y anoche en Melilla, la ex matadora, ahora dedicada al mundo de la televisión y la moda, no mira para atrás con amargura.
“No hay que arrepentirse. Siempre hay que mirar hacia el frente, hacia delante. Hay que llegar hasta donde uno puede y hasta donde sea capaz en cada momento. No me arrepiento de nada. Me siento muy orgullosa y satisfecha. Me quedo con todo lo positivo porque el toreo es una carrera muy complicada para una mujer y para un hombre porque el que te pone en tu sitio es el toro, con tu muleta y tu capote. Cumplí mi sueño con creces. Yo nunca pensé que podía llegar a tomar la alternativa o a confirmarme y lo hice. Sólo hay que arrepentirse de lo que uno no hace porque no sabe si sale bien o mal. No me arrepiento”, dijo.
Cristina Sánchez hizo estas declaraciones anoche en el hotel Melilla Puerto, que acogió una mesa redonda en la que la ex matadora compartió escenario con otras mujeres relacionadas con el mundo taurino. Entre ellas, la ganadera Silvia Camacho y Yeye Manzanares, hija de José María Manzanares.
Esta última hizo unas declaraciones muy emotivas cuando explicó que su padre le hizo madurar desde muy temprano cuando explicó a todos sus hijos que los juguetes no llegaban por la chimenea, sino que los tría él a casa porque él se jugaba la vida en los ruedos. Eso, dijo Yeye Manzanares, “te hace madurar más rápido que el resto de niños de tu edad”.
Por su parte, la ganadera Silvia Camacho negó que los toros de ahora sean peores que los de antes. En su opinión ocurre todo lo contrario: Los toros de antes no aguantan una corrida de ahora.
El acto, que empezó sobre las nueve de la noche, estuvo presentado por el presidente de la Mezquita del Toreo, Antonio Gutiérrez. El también diputado nacional del PP destacó en su breve intervención que Cristina Sánchez debutó en la plaza de Melilla en 1997, el mismo año que él asumió la presidencia del coso melillense.
Con un público exclusivamente masculino, entre el que se encontraba el presidente de la Ciudad, Juan José Imbroda, el viceconsejero de Festejos, Francisco Díaz, y el consejero de Festejos de Ceuta, Premi Mirchandani, las invitadas a la mesa redonda celebrada anoche en Melilla relataron cómo han vivido sus vidas en un mundo de hombres, como es el taurino. En ningún caso reconocieron haberse sentido marginadas por el machismo del que tanto se habla.
La corrida de hoy espera reunir a 4.000 melillenses
La plaza de toros de Melilla abrirá hoy sus puertas, como cada año, con motivo de la Feria de la ciudad, para volver a albergar una corrida de toros, lo que la mantiene como el único coso activo de todo el continente africano.
El Cordobés, El Fandi y José María Arenas serán los encargados de realizar el único paseíllo previsto en la conocida como la Mezquita del Toreo, (estrenada en 1947, el año de la muerte de Manolete) sobrenombre que le puso el conocido crítico taurino Gregorio Corrochano.
Si organizar un festejo taurino es de por sí difícil, mucho más en una ciudad situada lejos de la península, como es el caso de Melilla, ya que los costes y los esfuerzos se incrementan.
Según el presidente de la plaza, el diputado nacional de PP Antonio Gutiérrez, sólo el hecho de desplazar el ganado desde la península es complicado, ya que en el trayecto los toros suelen perder una media de entre 50 y 60 kilos.
Es por este motivo que se llevan a los corrales de la plaza con cierta antelación para que las reses puedan recuperarse de un largo viaje, primero en carretera y luego en barco.
Gutiérrez, que cumple su decimoséptimo año en la presidencia de la plaza, destacó la importancia de seguir apostando por la denominada fiesta nacional, fomentando su cantera para evitar que haya “una generación perdida” debido a las dificultades sociales y económicas por las que atraviesa el mundo del toro.
En Melilla existe más público que aficionados, ya que, según Gutiérrez, es el único espectáculo que en la ciudad congrega a unas 4.000 personas.