LAS largas colas en el paso fronterizo de Beni Enzar ya no son noticia, sino efemérides. Da igual la época del año que se mire. Cuando desaparece un motivo, se presenta otro y así, hasta el infinito. A pesar de que ha terminado la Fase Salida de la Operación Paso del Estrecho, la fila de vehículos continúa en la frontera de Melilla con Marruecos. Aunque aún se está dejando ver un ligero goteo de pasajeros que van hacia el país vecino, cargados hasta los topes para pasar sus vacaciones en familia, ahora el atasco lo provocan los contrabandistas que no sólo colapsan la zona sino que cabrean al resto de conductores.
Los empresarios del trapicheo se posicionan en las cercanías de la recta final de la cola para pasar al país vecino y ahí esperan a que les avisen del otro lado de la frontera que ya ha llegado la persona que les permitirá pasar la carga sin mayores problemas.
Es en ese momento cuando los contrabandistas se saltan la cola y lo que se les ponga por delante para pasar con su mercancía y aprovechar así que tienen carta blanca en el país vecino.
Tenemos un problema y parece que está del lado marroquí, pero se sufre de esta parte de la frontera: Vecinos de la zona y melillenses que quieren salir a Marruecos no tienen más remedio que acostumbrarse a las colas.
Sin embargo, por muy normal que nos parezca a los que vivimos en la ciudad, hay que tener en cuenta que no es normal lo que ocurre en Melilla.
Tan anormal es que si en Gibraltar se montan filas de dos, tres o cuatro horas, los telediarios nacionales lo dan como si fuera la noticia del día.
Entonces va a ser que no es normal que los melillenses estemos tragando con un problema crónico, más cercano a las prácticas del tercer mundo que a la ‘normalidad’ que rodea a las fronteras del resto de Europa.
Sería iluso creer que un día se acabará la espera y que tendremos un paso fronterizo fluido y seguro, pero ésa es nuestra primera gran quimera.