La fiesta del Eid Al-Fitr cierra decenas de comercios y deja a Melilla sin gente en sus barrios.
Coches que no paran de pasar, vendedores gritando las bondades de sus productos, los niños y las mujeres cargados de bolsas calle arriba y abajo son las imágenes que describen la zona del Rastro. Sin embargo, ayer casi no pasaban vehículos por esta zona. Las tiendas tenían las persianas bajadas. Los tenderetes repletos de calcetines y camisetas habían desaparecido. Las cajas de verduras no ocupaban parte de la puerta de los comercios ni se escuchaban las conversaciones entre vecinos. Los niños no corrían por el paso de peatones para cruzar al otro lado de la calle para comprar golosinas. Ninguna mujer sentada en la acera ofrecía el pan que había horneado y que le permite llevar un sobresueldo a casa. El silencio es lo que mejor describe al Rastro en la celebración del Edi Al- Fitr. Pero no sólo este barrio de la ciudad se queda desangelado, sin el bullicio de los melillenses. Las calles del centro de la ciudad, del barrio judío o de El Real son zonas donde también se notó que ayer era un día festivo en la ciudad.
Sin embargo, en casas musulmanas apenas se encontraba un minuto de descanso. Amigos, vecinos y familiares tocaban los timbres de estos hogares para desear un Eid Al- Fitr. Las conversaciones que se escuchaban por los patios de vecinos eran la única señal de que la ciudad seguía con vida, pues en la calle casi no había almas paseando o realizando compras. Aunque no sólo esta festividad musulmana sea la 'culpable' de tanto silencio en los barrios de Melilla y el viento de levante invitara a no hacer muchas salidas por la ciudad.
Pero lo cierto es que esta festividad se vive en toda Melilla. Es imposible no darse cuenta de que la comunidad musulmana festejaba su Pascua Chica. Un gran número de comercios locales estaban cerrados. Tiendas pequeñas de barrio que ofrecen un gran servicio a los vecinos de alrededor. En ellas se encuentra de todo y está a un paso de sus hogares. Por eso fueron muchos los melillenses que sabiendo que hoy era festivo para muchos tenderos musulmanes hicieron acopio de botellas de agua, pan y verduras el jueves por la noche, cuando los comerciantes abren las puertas de sus tiendas tras la ruptura de ayuno.
También fueron listos los melillenses que se acercaron el jueves al mercado para comprar pescado y carne fresca. Ayer no había nada más que tres de tiendas abiertas en el Mercado Central de Melilla. Nadie invitaba a probar un trozo de sandía, comprobar la madurez de los melocotones o lo dulce que estaban los melones. En este espacio de compras no había ninguna frutería abierta ni tampoco pescado fresco en la segunda planta. Las persianas de los pequeños puestos de este mercado estaban cerradas. Un matrimonio melillense aseguró a El Faro que la compra de pescado para este fin de semana la hicieron el día anterior. Un par de kilos de gambas, salmonetes y atún para prepararlos a la brasa o en la plancha, pues el domingo se reunirá toda la familia. Ayer volvieron al mercado pero a comprar el pan.
También las tiendas del centro notaron cómo este día festivo había disminuido la afluencia de compradores. Un taxista destacó a este medio que incluso había aparcamiento en esta zona de la ciudad, algo que sería imposible un viernes de la primera semana del mes, que es cuando más gente se acerca a la avenida Juan Carlos I y sus aledaños para hacer compras.
Al día de fiesta para los musulmanes se le sumó ayer que era viernes. Muchas familias aprovechan para ir a ver a los parientes o los amigos que viven al otro lado de la frontera en el fin de semana y más en verano. Para otras es una costumbre celebrar el fin de Ramadán en el campo, con los tíos, primos y sobrinos.
La celebración del final del mes de ayuno se vive de forma muy intensa en Melilla. Aunque no se pueda comprar en la tienda de siempre seguro que algún vecino ha abierto las puertas de su casa para compartir un vaso de té y unas ricas pastas.