Emilio Guerra, coordinador territorial de UPyD en Melilla, salió ayer en defensa de Francisco Sosa Wagner, el eurodiputado de la formación magenta que ha denunciado en el Parlamento Europeo el ‘comercio atípico’ de las ciudades autónomas con Marruecos. El líder local se limitó a repetir los argumentos de su compañero en la Eurocámara y se fue por las ramas cuando intentó presentar una alternativa económica para nuestra ciudad. Guerra habló del “futuro de nuestros hijos”, de modelo “caduco y agotado”, de “expertos que dicen”, de debates “públicos, participativos, leales y constructivos”... En fin, expresiones huecas, algunos adjetivos políticamente correctos y ‘buenismo’ al estilo del de José Luis Rodríguez Zapatero, del que tanto reniega Rosa Díez.
Al menos un mensaje quedó claro tras la rueda de prensa de Guerra: UPyD no tiene ninguna alternativa económica para esa Melilla que propone sin ‘comercio atípico’ y que nadie defiende. Se equivoca el líder magenta al arremeter contra los intercambios de mercancías entre Melilla y Marruecos. Guerra no puede presentarse como adalid frente al ‘contrabando’ porque, aunque le sorprenda, nadie aboga por ese sistema. La defensa del ‘comercio atípico’ viene dada por la necesidad de una realidad que hace muy difícil otras opciones económicas. Por ello, los argumentos de UPyD se vienen abajo como un castillo de naipes cuando sus representantes no son capaces de presentar una alternativa. La política del ‘buenismo’, como el toreo de salón, es muy propicia para el lucimiento. El problema para el ‘maestro’ viene cuando tiene que enfrentarse a un astado que no respeta las poses, los gestos ni el fingimiento. Guerra no necesita esforzarse en convencer de las ‘maldades’ del ‘comercio atípico’ a los 12.000 parados contabilizados en nuestra ciudad ni a los ciudadanos marroquíes que sobreviven al otro lado de la frontera y que también querrían una alternativa mejor. Emilio Guerra debería haber cogido ayer el toro por los cuernos.