Las procesiones han vivido épocas mejores, sobre todo en el caso de algunos pasos que año tras año tienen que enfrentarse al problema de la falta de portadores. Sin embargo, la Semana Santa continúa siendo el mayor acontecimiento social de Melilla. Ningún otro evento de cualquier tipo moviliza a tanta gente ni cuenta con una respuesta tan mayoritaria de público a lo largo de tantos días. La comunidad cristiana de nuestra ciudad ha vuelto a responder otro año más a la llamada de la Semana Santa. La asistencia de fieles y espectadores en determinados momentos de nuestra semana de Pasión ha vuelto a ser impresionante. Pero no debemos olvidar el reto al que las cofradías se vienen enfrentando en los últimos años y que aún tienen delante sin haber conseguido darle una respuesta definitiva. La Semana Santa necesita el empuje de los jóvenes para mantenerse viva y que las impresionantes escenas de estos últimos días puedan impactar en la retina y en el alma de quienes asistan al paso de las procesiones en el futuro.
La continuidad de esta tradición depende de que seamos capaces de animar a nuestros jóvenes a que cojan el testigo. Es necesario convencerles de que asuman esa responsabilidad para no sólo mantener con vida el legado cultural y religioso que hemos heredado. Nuestras imágenes, nuestras procesiones, nuestros tronos, nuestras bandas... tienen que seguir mejorando para sentirnos orgullosos del legado que ha llegado hasta nuestras manos y entregarlo mejorado a nuestros sucesores. La Semana Santa es algo vivo, es sentimiento, cultura, tradición, religiosidad, es nuestro pasado y también el futuro que queremos para nuestra ciudad. Es una mirada atrás, hacia los valores que tenemos la obligación de conservar porque son los cimientos que soportan la Melilla que hoy conocemos.