El Pleno de la Asamblea pasó del aburrimiento al ambiente caldeado según los intervinientes. Para los cepemistas hubo buenas palabras desde el PP. Para el resto de la oposición ni una sola concesión.
Casi cinco horas y media de Pleno de control en la Asamblea de Melilla sirvieron ayer para hablar, sobre todo, de concesión y control de subvenciones. También se repitieron mucho las palabras paro, pobreza, irregularidades, leyes, fotocopias, Tribunal de Cuentas...
Entre el equipo de Gobierno de Juan José Imbroda y Coalición por Melilla (CpM) el tono sigue siendo cordial. Sus posturas son líneas perpendiculares. Cada una va por su sitio, pero en algún punto se tocan. Y cuando eso ocurre en el Pleno reina el momento valeriana: Una pasmosa tranquilidad que a ratos aburre. Y si no, que se lo pregunten a Julio Liarte que reprimía, sin conseguirlo, sus bostezos.
Otra cosa es cuando intervienen PSOE o PPL. En ese orden o a la inversa saltan chispas. Quizás porque en este caso Gobierno y oposición son líneas paralelas que nunca se tocan.
Marín pone la pizca de sal
De la bancada del PP ayer entraron en el toma y daca, en serio y más de una vez, los consejeros María Antonia Garbín, Daniel Conesa y Miguel Marín y en menor medida, José Ángel Pérez Calabuig, Katy Muriel y Esther Donoso.
El Pleno iba tirando a aburrido hasta que Marín le puso la pizca de sal que le faltaba cuando el socialista Dionisio Muñoz sacó a relucir, en el turno de interpelaciones, el tema de las presuntas irregularidades urbanísticas cometidas en 1998 y denunciadas en el año 2000 por el Colegio de Arquitectos de Melilla. El consejero de Fomento se sintió cómodo respondiendo a su interlocutor. Pisó el acelerador e incluso la raya con un “Usted ha perdido el juicio”? para concluir: “Usted va diciendo las barbaridades a las que nos tiene acostumbrados”.
En ese momento Imbroda sonríe viendo cómo su vicepresidente le gana la partida al socialista. El consejero de Medio Ambiente, José Ángel Pérez Calabuig mira al techo compadeciéndose de la oposición y el de Seguridad Ciudadana, Javier Calderón, se reclina hacia adelante, con su corbata morado nazareno, para no perder una sola palabra.
En este punto del debate el ambiente estaba lo suficientemente caldeado como para tomar un receso. Eran las 11:35 horas.
El temple de la presidenta
Ayer, por primera vez, la diputada cepemista Dunia Almansouri presidió la Mesa de la Asamblea porque Cristina Rivas no estaba y la diputada de CpM lo hizo como si llevara toda la vida en ello.
Controló la sala sin levantar la voz y sin que se le tambalearan los cimientos del poder ni siquiera cuando el diputado socialista Gregorio Escobar y el presidente Juan José Imbroda se enzarzaron en acusaciones que terminaron en una réplica ventilador al estilo del ‘y tú más’.
Imbroda acusó a Escobar de no haber hecho oposiciones para estar en su puesto de trabajo. El socialista, por alusiones, contestó que ahí está el Boletín Oficial del Estado para demostrar que opositó, pero trastabilló acusando al equipo de Gobierno de Imbroda de no tener futuro laboral en una vida después de la política. Aquí Dunia Almansouri le cortó de cuajo, no le dejó terminar su turno de tres minutos de exposición y pidió al secretario que no constaran esas declaraciones en el acta del Pleno. Remedio santo.
Más difícil lo tuvo la presidenta de la Mesa cuando ya casi al final del Pleno, pasadas las tres de la tarde, la diputada Francisca Conde, esposa del presidente Imbroda, y Paz Velázquez, hija del ex presidente Ignacio Velázquez, se dijeron cuatro cosas a raíz de la pregunta de Julio Liarte, sobre por qué la televisión pública de Melilla no lo ha entrevistado en dos años. Conde desde la bancada popular y Velázquez desde el público interrumpieron la sesión plenaria.
Ese instante superó a Dunia Almansouri, hasta el punto de que el presidente Imbroda intervino para alertar a la presidenta de la Mesa que podía expulsar a las personas del público si molestan al desarrollo del Pleno.
Afuera, en la calle, los parados que llevan meses protestando en la Plaza de España no cesaron de llamar la atención con sus silbatos. En el primer Pleno de control de este año celebrado en la Asamblea se escuchaban sus pitidos. Sin embargo, ningún diputado, de ningún partido, hizo alusión a sus reclamaciones.
A debate la Ley de Servicios Sociales, el paro juvenil y la ‘censura’ televisiva
El primer Pleno de control de este año en la Asamblea de Melilla con la intención de convencer a los diputados del PP en el Gobierno de la necesidad de que la ciudad tenga su propia Ley de Servicios Sociales. Los cepemistas no lo consiguieron no porque la idea fuera rechazada por la bancada popular, que la consideró una “interpelación interesante”, sino porque de momento “no toca”.
Así se lo explicó a CpM la consejera de Bienestar Social, María Antonia Garbín, que le dijo a Mustafa Aberchán que estaba de acuerdo con la idea de que la ciudad tuviera su propia legislación en materia de Servicios Sociales (la tienen todas las comunidades excepto Melilla y Ceuta), pero que hay que esperar a que se desarrolle la Ley de Bases del Régimen Local, recientemente modificada por el Gobierno de la nación, para saber qué competencias corresponden a Melilla.
Según explicó Garbín se trata de un problema complejo porque la Ciudad tiene transferidas determinados servicios básicos y algunos especializados, pero no todos. Siguen dependiendo de Madrid los temas relacionados con la Ley de dependencia y mayores, por ejemplo.
En todo caso Garcín dejó claro que el Gobierno está de acuerdo con CpM “en el fondo”, pero ahora “no toca” abordar esa modificación legislativa, vino a decir la consejera.
Peor suerte corrió la propuesta socialista relacionada con la creación de una Mesa Tripartita para combatir el paro juvenil que el consejero Daniel Conesa rechazó cordialmente, aunque espetándole al diputado del PSOE Gregorio Escobar que tenía la impresión de que éste acababa “de bajar de un OVNI”.
Tan acalorado fue ayer el debate entre PSOE y Gobierno, que Escobar no esperó a que el diputado Julio Liarte, de PPL, terminara su quinta y última pregunta al Gobierno sobre la censura televisiva a la que según él le somete la cadena pública. Escobar se levantó, tablet en mano, y salió del Pleno a la velocidad de la luz.
Liarte, por su parte, no pudo resistirse a hablar de la “carta fría” que el empresario Gustavo Cabanillas envió al consejero Miguel Marín para avisarle de que si la Ciudad no pagaba los recibos, le cortaba la luz.
También sacó a colación quejas del presidente Imbroda cuando aún no era del PP y lo ‘censuraban en la tele’. Habló, cómo no, de “karaoke” y denunció que “tele Chávez” no entrevista a PPL.