Los trabajadores del centro apuntan que este colectivo encuentra menos problemas que los subsaharianos para regresar a la ciudad después de ser devueltos a su país de origen.
Los argelinos son, por nacionalidad, el colectivo más numeroso del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de la ciudad autónoma. Resulta llamativo que, según explicaron los trabajadores de este centro a El Faro, buena parte de los que residen ahora mismo en las instalaciones fueron devueltos en su día a su país de origen. “Aunque los repatríen, no les cuesta demasiado volver a entrar en Melilla”, señalaron las fuentes de este periódico.
De las aproximadamente 800 personas que hay actualmente en el CETI local, 209 son de nacionalidad argelina. Los trabajadores del centro señalaron que la mayor parte de estos inmigrantes, sobre todo aquellos que no residen junto a sus familias, suelen ser trasladados a la península para su ingreso en un Centro de Internamiento para Extranjeros (CIE) y posterior devolución a su país.
No obstante, cuentan con más facilidades que otros colectivos para volver a entrar en Melilla. La primera de ellas es, obviamente, la proximidad geográfica. La frontera de Argelia está a unos 200 kilómetros de la ciudad autónoma y es muy permeable, por lo que los argelinos no tienen problemas a la hora de cruzarla andando. Hay que recordar que en esa ‘tierra de nadie’ existente entre Marruecos y Argelia se suele abandonar a los inmigrantes subsaharianos que intentan acceder a Melilla de manera irregular y que al poco tiempo vuelven a encaminarse hacia la valla de la ciudad autónoma.
“Los argelinos no tienen que soportar el mismo periplo que otros colectivos de inmigrantes. Si al llegar a España los expulsan, regresan a casa un tiempo y vuelven a aventurarse a las pocas semanas”, subrayaron.
Entradas ‘low cost’
La segunda ventaja con la que cuentan los argelinos es que pagan menos dinero a las mafias que trafican con seres humanos para entrar en la ciudad de manera ilegal. Mientras que los subsaharianos desembolsan miles de euros para poder subirse a una patera o conseguir que los escondan en el doble fondo de un vehículo, los argelinos pagan unos 300 euros a cambio de un pasaporte marroquí falso con el que intentan pasar los puestos fronterizos, como si fueran un habitante más del país vecino.
“Ya no lo tienen tan fácil como antes para cruzar a Melilla usando este método, porque la Policía Nacional conoce el truco”, señalaron las fuentes de este periódico. “Sin embargo, son muchos los que logran colarse con el pasaporte falso y aprovechando que los rasgos de un argelino bien pueden confundirse con los de un marroquí”.
Esta táctica es un arma de doble filo. Los trabajadores señalaron a El Faro que muchos de los que llegan a Melilla acuden inmediatamente al CETI, “donde saben que tienen asegurada comida y cama”. Sin embargo, en numerosas ocasiones se les identifica como ciudadanos de Marruecos, por lo que no tienen derecho a ingresar en las instalaciones.
“Es también una estrategia de la Policía para evitar un efecto llamada. Cuando les van a abrir el expediente de expulsión y les preguntan cómo han entrado, responden que a pie por la frontera. Al pedirles un documento de identidad, si encuentran el pasaporte marroquí, aún siendo falso, consideran al argelino como habitante del país vecino”, apuntaron.
Por las razones expuestas, buena parte de las personas de esta nacionalidad que viven en el CETI son “viejos conocidos” de los trabajadores. “Algunos incluso lograron en su día llegar a la península como polizontes en un barco, pero fueron posteriormente repatriados. Al tener menos dificultades para llegar a la ciudad, lo intentan más que los subsaharianos”, concluyeron.
Pese a que las instalaciones del CETI se encuentran saturadas, el ambiente en el centro es tranquilo y no recuerda para nada al que había hace un par de años, cuando llegaron a producirse peleas multitudinarias entre bandas de inmigrantes de distinta nacionalidad.
Los trabajadores consultados por El Faro apuntaron que “al igual que ocurre en todos sitios, hay pequeños roces e incidentes aislados, pero nada grave”.
Asimismo, explicaron que en los últimos meses han observado una peculiar tendencia hacia la creación de una suerte de ‘clases sociales’ entre los residentes. “Los inmigrantes no pueden trabajar porque carecen de permiso para ello, pero los que se ganan unos pocos euros limpiando coches o en tareas similares van adquiriendo relevancia en el centro poco a poco”, señalaron. “Son detalles, como lucir prendas de vestir que se han comprado ellos mismos o darse el lujo de comer fuera del centro de vez en cuando, como hace cualquier persona normal”, apuntaron.
Un joven del centro amenaza con tirarse al vacío después de ‘cortar’ con su novia
Un argelino de 26 años se subió al techo de chapa de la entrada por un despecho amoroso. Un joven de 26 años, residente en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Melilla, protagonizó esta semana una rocambolesca escena en dichas instalaciones a raíz de un desamor. Según informaron los trabajadores del centro a este periódico, el hombre, de nacionalidad argelina, mantenía desde hacía pocas semanas, “un mes aproximadamente”, una relación sentimental con una joven de su misma procedencia. Sin embargo, ésta decidió poner fin a su historia de amor con el afectado, una noticia que no le sentó demasiado bien.
La primera reacción que tuvo el argelino cuando su ya ex pareja le comunicó la ruptura fue subirse al tejado de chapa que hay en la entrada del centro y ponerse a gritar. Los trabajadores apuntaron que se tomaron las medidas de seguridad necesarias para que el joven no se arrojara al vacío, aunque la estructura a la que se encaramó está sólo a unos tres metros del suelo.
La situación se agravó cuando el argelino se enteró de que la que hasta hacía poco había sido su novia le había dejado por otro residente del centro. “El pobre estaba desesperado. Se subió al tejado de chapa y se puso como un loco a chillar”, relataron las fuentes de este periódico.
Finalmente, todo acabó sin que hubiera que lamentar ningún tipo de daños. El inmigrante optó por bajar de la estructura metálica por su propio pie.
El ‘método Berkhache’
Los trabajadores del centro coincidieron al apuntar que Tayeb Berkhache, el inmigrante argelino del CETI que se encaramó en dos ocasiones a la araucaria de la Plaza de España para protestar por su situación, “creó escuela” entre los habitantes de estas instalaciones. “El último caso que hemos visto en el centro, el del joven despechado, es fruto de la actitud de Berkhache”, apuntaron.
Hay que recordar que tras protagonizar dos escaladas a la araucaria de la Plaza de España, otros inmigrantes se animaron a seguir el ejemplo de Berkhache y decidieron subirse al árbol para protestar por su situación y pedir su traslado a la península.
Este inmigrante de nacionalidad argelina, considerado por los trabajadores como una persona “muy conflictiva”, salió del centro rumbo a la península el pasado miércoles, junto a su mujer e hijos, también residentes del centro.
Los trabajadores subrayaron que “respiraron con alivio” cuando este argelino abandonó las instalaciones. “Si no fuera porque estaba en el CETI con su esposa y sus hijos, ya lo habría devuelto hace mucho tiempo a su país de origen. En ningún caso tuvo motivos para protestar; lo único que buscaba era chantajear a la Delegación del Gobierno para que lo trasladasen a la península junto a su familia”, añadieron.
Finalmente, Berkhache ha logrado su objetivo de partir hacia la península, junto a otras familias que residían en las instalaciones del CETI.