La visita de Soledad Becerril a Melilla y sus declaraciones antes de abandonar la ciudad causaron cierto pasmo el pasado diciembre. La Defensora del Pueblo manifestó que había visitado el CETI, que sabía que las instalaciones habían sido diseñadas para acoger a 480 inmigrantes, que le habían informado de que en esos momentos residían en el centro más de 900 personas y que, no obstante, había constatado que “funcionaba bien a pesar de la saturación”. Soledad Becerril realizó esas manifestaciones con aparente convencimiento de que lo que estaba diciendo era cierto. Lo dijo para sorpresa de quienes la escuchaban sin llegar a entender las cuentas de la Defensora del Pueblo.
Ahora, más de dos meses después de aquel viaje a Melilla y con la tranquilidad de poder repasar los números sin la agobiante mirada de los políticos de turno, la Defensora del Pueblo ha llegado a la conclusión contraria. Por fin ve y dice lo que cualquier ciudadano honesto es capaz de observar y manifestar: El CETI presenta una situación de “hacinamiento de los residentes”. Con el término ‘hacinamiento’, según la segunda acepción que le otorga la Real Academia Española, Becerril quiere denunciar que en esas instalaciones los inmigrantes viven “amontonados, acumulados o juntos sin orden”. Quizá la Defensora se haya pasado ahora de frenada con su informe donde antes se había quedado corta con sus manifestaciones. En cualquier caso, lo cierto es que la situación en el CETI no es la más aconsejable. Así lo evidencia la propia Delegación del Gobierno con su constante esfuerzo para tratar de agilizar los traslados a la península.
El informe anual de la Defensora del Pueblo recoge otro dato preocupante referido a Melilla. Mientras en el conjunto del país crecen un 57% las quejas de ciudadanos presentadas ante esta institución, en nuestra ciudad bajan un 28,5%. Probablemente, las declaraciones que Becerril hizo durante su visita a la ciudad no hayan sido determinantes para que los melillenses perdamos algo de confianza en la institución que dirige, pero tampoco sirvieron para aumentar su prestigio.