El segundo cable submarino de fibra óptica puede estar funcionando antes de final de año, si se cumplen las previsiones más optimistas de los responsables del Gobierno local. La noticia, buena para el conjunto de los melillense, es especialmente beneficiosa para Cablemel. Sin duda, la llegada de competencia ayudará a Gustavo Cabanillas a mejorar el servicio, la calidad y los precios que ofrece su empresa. Nunca el monopolio ha sido bueno, pero se ha demostrado especialmente negativo en el caso del mercado de la televisión por cable en Melilla.
Los responsables del Ejecutivo local confían en que el segundo cable submarino sirva en primer lugar para garantizar las comunicaciones con la península. Pero también para que llegue algo de aire fresco al sector de la televisión de pago en Melilla. Durante el tiempo que ha permanecido Cablemel en solitario, el servicio ofrecido por la empresa de Gustavo Cabanillas ha carecido de la necesaria motivación que aporta la libre competencia para mejorar al ritmo que lo hacen estas empresas en, por ejemplo, la península.
La utilidad del libre mercado no sólo es patente en el sector de las comunicaciones. Es recomendable en cualquier otra área de la economía. En nuestra ciudad lo hemos podido comprobar en el caso del transporte. Los melillenses hemos visto cómo mejora el servicio en el aeropuerto y el puerto cuando varias compañías enfrentan sus estrategias para atraer a los pasajeros. Ahora, con la marcha de Helitt, corremos el riesgo de dar un paso atrás, pero al menos hemos tenido la oportunidad de comprobar que la libre competencia es beneficiosa, sobre todo para los consumidores y usuarios. En otros sectores, como el energético, vivimos una eterna ‘dictadura’ de la empresa dominante. Sólo así se explican hechos como que una compañía cobre indebidamente a sus clientes y que se niegue a devolver ese dinero. Únicamente la falta de libre competencia puede explicar las inexplicables decisiones del presidente de Gaselec.