Los datos del paro correspondientes al mes de enero ofrecen un resultado favorable. Sin embargo, tanto Gobierno como oposición y sindicatos son conscientes de que se trata de unas cifras ficticias. El desempleo ha descendido en 723 personas. La mayoría de ellas se dedicará durante los próximos meses a tareas que no servirán para mejorar su formación, que no generarán riqueza en Melilla y que difícilmente tendrán continuidad una vez finalizados los planes de empleo. El esfuerzo de estos trabajadores sólo servirá para justificar la percepción de unos ingresos que en muchos casos son imprescindibles para sacar adelante a sus familias. Sin embargo, el futuro que espera a la mayor parte de estos ciudadanos es la irremediable vuelta a las listas del paro.
Tanto los responsables del Gobierno como los miembros de la oposición son conscientes de que éste no es el camino para sacar adelante a Melilla. Sin embargo, aunque están de acuerdo en el diagnóstico, aún ninguno de ellos ha conseguido dar con el tratamiento que ponga fin a esta ‘enfermedad’ crónica de la economía local. Falta definir cuáles pueden ser los sectores productivos en los que nuestra ciudad tendría alguna oportunidad en un mundo globalizado. Aún nadie ha aclarado cómo podemos contribuir los trabajadores melillenses a la formación de empresas competitivas.
Falta trazar el rumbo para la economía local. Entre tanto, la única solución de emergencia es continuar con los planes de empleo. El principal objetivo de los mismos es facilitar recursos económicos de manera temporal a ciudadanos que de otra manera tendrían serias dificultades para encontrar un empleo. Sin embargo, mantener ocupadas a estas personas no está reñido con mejorar su preparación. Por ello sería conveniente, al menos, buscar un nuevo enfoque para los planes de empleo, dotarlos de más carga formativa para mejorar el nivel profesional de nuestros trabajadores.