El ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, considera que Melilla es “el punto más conflictivo” de entrada de inmigrantes ilegales. El refuerzo de las fronteras en otras zonas del país que sufren este mismo problema ha hecho que las miradas de las mafias se vuelvan hacia nuestra ciudad. Así, el año pasado entraron 262 inmigrantes más en Melilla que en 2011. La cifra, de por sí negativa, contrasta con los buenos resultados obtenidos en otros lugares, por ejemplo, en Canarias. En las islas sólo se registraron 173 entradas del total de 3.804 de toda España. Los resultados son más positivos aún si se comparan con los registrados en 2006, cuando llegaron 31.678 extranjeros.
Estos números hacen necesario replantearse inmediatamente la situación de Melilla. Sin duda, algo no se está haciendo bien cuando en el conjunto del país la fronteras cada vez están mejor blindadas y en nuestra ciudad se alcanzan cifras preocupantes de inmigración ilegal. Además, al valorar estos datos hay que tener en cuenta las circunstancias en que se producen. En primer lugar, la colaboración de Marruecos nunca ha sido mejor. Al menos, ése es el mensaje que no se cansan de repetir los responsables del Gobierno central. Y en segundo lugar, la situación económica de nuestro país no es, en absoluto, un reclamo para los extranjeros.
Si en estas circunstancias Melilla registra los actuales niveles de inmigración, resulta inquietante imaginar qué sucedería si el ciclo económico fuera otro y las relaciones con nuestros vecinos marroquíes llegaran a enturbiarse.
Los responsables del Ministerio del Interior deben realizar un inmediato y pormenorizado análisis de qué está ocurriendo en Melilla y ponerse de inmediato manos a la obra para adoptar las soluciones que se acuerden. La situación por la que atraviesa nuestra ciudad y la tesitura a la que se puede enfrentar este verano, cuando la presión migratoria es aún mayor, no dejan tiempo para los análisis sosegados propuestos durante alguna de las últimas visitas ministeriales.