La mayoría de los españoles despediremos mañana con alegría al 2012 y estrenaremos calendario con la esperanza de que los próximos doce meses sean los de la remontada. La crisis que venimos arrastrando desde hace tiempo se ha hecho especialmente insoportable en el último año. El comienzo de 2013 también se prevé duro, pero los más optimistas confían en ver luz al final del túnel cuando dejemos atrás el verano y devolvamos al armario los bañadores, toallas y sombrillas.
En cualquier caso, si finalmente no hay sitio para que florezca el optimismo el próximo año, la mayoría de los ciudadanos nos conformaríamos con no echar de menos el 2012 que estamos a punto de despedir.
Los melillenses entraremos en 2013 con una importante reducción en el número de trabajadores inscritos en las lista del paro. Gracias a los planes de empleo que ya están en marcha, las expectativas laborales no son malas para una parte de los más de 12.000 ciudadanos que no encuentran trabajo en Melilla. Sin embargo, es más que probable que el desempleo continúe siendo el principal problema en la ciudad cuando finalice 2013. Las fuertes inversiones en infraestructuras que servirían para aplacar la falta de trabajo no llegarán este año a Melilla ni a ningún otro punto del país.
La frontera, los múltiples problemas asociados a ella y la inmigración continuarán ocupando titulares en los medios de comunicación en 2013. Y así será hasta conseguir sentar a la mesa de negociación a las autoridades marroquíes para acordar soluciones conjuntas.
Ambos, desempleo y frontera, son los dos principales nubarrones sobre el horizonte de Melilla. Cuando por fin algún día consigamos desenmarañar estos dos asuntos, las perspectivas de nuestra ciudad y sus posibilidades de desarrollo serán totalmente diferentes a las actuales. Ojalá dentro de doce meses despidamos a 2013 con la tristeza que se dice adiós a un buen y provechoso año.