Algunos aprovechan para cerrar por vacaciones y otros amplían su horario.
La llegada del Ramadán tiene para los hosteleros una doble lectura. Por un lado están los cafés de zonas como El Real o El Polígono, que cambian de horario durante este mes para ofrecer a los musulmanes un espacio en el que poder beber y comer después de la puesta de sol. Pero por otro, para muchos locales esta celebración supone una reducción en sus ingresos, ya que son menos las personas que acuden a los establecimientos por el ayuno.
Así lo explicó ayer, en declaraciones a el periodico El Faro, el presidente de la Asociacción de Hosteleros de Melilla, Abselam Mohamed, que aseguró que el hecho de que la festividad coincida con el verano, empeora más la situación. Mohamed señaló, que por una parte hay muchos melillenses que no acuden a las cafeterías, y esto afecta especialmente a aquellas que no abren de noche. Asimismo, el representante de los hosteleros indicó que el Ramadán también reduce considerablemente el número de personas que acuden a la ciudad procedentes de Marruecos, lo que también se nota en los bares de la ciudad.
En este sentido, Mohamed dijo que para muchos hosteleros el mes de Ramadán supone una bajada de la facturación, aunque indicó que sí hay locales que adaptan su horario a la festividad. Otros bares y cafeterías, indicó el hostelero, optan por cerrar durante este mes y tomarlo de vacaciones, ya que saben que la facturación va a ser más baja que en otras fechas.
Y es que la ciudad, durante estos días cambia de ritmo en muchos aspectos para vivir el Ramadán. La iluminación ya recuerda en muchos barrios la llegada del mes sagrado .
Las mezquitas, a las que muchos musulmanes acuden a rezar tras la ruptura del ayuno también se adaptan a este mes y en algunos casos tienen que ampliar sus espacios utilizando las zonas de los alrededores para poder albergar a la gran cantidad de personas que se concentran tras la puesta de sol.
Melilla muestra durante este mes, una vez más, que la convivencia entre las distintas culturas que hay en la ciudad se hace visible y se convierte de nuevo en un ejemplo de interculturalidad, sobre todo para aquellos que lo ven desde fuera.