El delegado del Gobierno, Abdelmalik El Barkani, advertía ayer de que la presión migratoria sobre Melilla está aumentando. Y aunque no lo dijo, con toda seguridad será aún mayor a medida que las condiciones meteorológicas y el estado de la mar sean cada vez más favorables. No se ha producido ningún cambio respecto al año pasado que haga a los inmigrantes pensárselo dos veces antes de aprovechar la menor oportunidad para echarse al agua e iniciar el último capítulo de la aventura que les trae a Melilla. Europa, a pesar de la crisis, continúa siendo una meta irresistible para quienes no ven futuro ni esperanza en lo que dejan atrás.
El delegado del Gobierno repitió ayer lo que reiteradamente vienen describiendo las ONGs que se ocupan de los inmigrantes, especialmente Prodein. “Lo desesperado de su situación llevará a los inmigrantes a intentarlo por todos los medios, pero nosotros estamos obligados a defender nuestras fronteras”, dijo El Barkani. Para ello se utilizarán todos los medios, incluido el helicóptero que el lunes regresó a Málaga y que hoy ya debería estar de vuelta. Sin embargo, a pesar del esfuerzo, no será posible hacer plenamente impermeable la valla de Melilla. Siempre será mayor el ingenio y la valentía de quienes han descartado la posibilidad de tener miedo y asumido que su única alternativa es llegar.
La inmigración sólo podrá ser una realidad gobernable cuando se actúe sobre las causas que la originan, no sobre las consecuencias que provoca. En el caso de Melilla, los efectos son los continuos intentos de burlar la seguridad de la valla fronteriza. Aquí somos conscientes de que el problema no desaparecerá mientras no se actúe sobre los países de donde proceden los inmigrantes. Es necesario que allí la población cuente con posibilidades de prosperar para así tener algún argumento con el que evitar un viaje a la desesperada que, aún a riesgo de acabar en tragedia, no tiene marcha atrás por mucho ímpetu que pongamos en la defensa de nuestra frontera.