Pese a la lluvia y el viento, el juramento de fidelidad a la enseña nacional por parte de personal civil se convirtió en una fiesta al patriotismo a la que no dudaron en sumarse melillenses y visitantes de la península. Casi 200 personas desafiaron ayer por la mañana al viento y a la lluvia por su amor a la enseña española. La plaza de San Lorenzo se vistió con sus mejores galas para albergar a todos los melillenses y visitantes que decidieron participar en la jura de bandera de personal civil que organizó la Comandancia General de la ciudad autónoma. Además, fue el día escogido para conmemorar el 204 aniversario de la gesta llevada a cabo por los capitanes de Artillería Luis Daoiz y Pedro Velarde en el Parque de Monteleón, cuando resistieron el embate de las tropas napoleónicas que habían tomado Madrid.
El evento estuvo presidido por el comandante general de Melilla, Álvaro de la Peña Cuesta, que estuvo acompañado por el presidente del Ejecutivo local, Juan José Imbroda; el delegado del Gobierno, Abdelmalik El Barkani; el general segundo jefe de la Comandancia; Luis Martínez Trascasa, y el coronel delegado de Defensa, Mario Ciercoles Prado. Además de las casi 200 personas que acudieron a jurar la bandera, asistieron a San Lorenzo numerosos melillenses que no quisieron perderse el acto castrense.
Antes del plato fuerte del acto se impusieron diversas condecoraciones, en concreto cuatro placas, tres encomiendas y una Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo, una Cruz del Mérito Militar con Distintivo Blanco y dos cruces de bronce de la Constancia en el Servicio.
Tras una breve reseña histórica a los hechos acaecidos en Madrid durante la ocupación francesa, los asistentes a la jura de bandera comenzaron su particular procesión para besar la enseña nacional y prometer obediencia a la constitución y al Rey.
Entre los participantes había varias caras conocidas de la política local, como la del ex delegado del Gobierno, Antonio María Claret o la del consejero de Cultura, Antonio Miranda.
Ayer quedó claro que el patriotismo no entiende de edades. Desde jóvenes hasta octogenarios se animaron a besar la enseña nacional. En este último grupo había incluso personas con problemas de movilidad y que recibieron la ayuda de los efectivos militares allí presentes para poder demostrar su compromiso y fidelidad. Entre los participantes también había varios compañeros de los medios de comunicación locales.
“Hoy (ayer) es un día muy importante para todos los que estamos en esta emblemática y acogedora ciudad, en la que por doquier ondea con orgullo nuestra bandera roja y gualda”, afirmó ante los presentes De la Peña durante su alocución. “En esta Plaza de San Lorenzo, un grupo de españoles ha querido prometer fidelidad al símbolo que nos une a todos, la bandera de España. Con ese beso a los pliegues de la enseña nacional han manifestado de manera clara y decida su amor a este país”, aseveró.
La intervención del comandante general de Melilla fue todo un canto de amor a la bandera, así como una alabanza a aquellos que ayer decidieron estampar sus labios en ella para demostrar su patriotismo. “La enseña que habéis besado representa siglos de esfuerzo, de sacrificios y de sangre derramada en defensa de unos ideales”, agregó. “También encarna los valores de muchas generaciones que tienen en común un profundo sentimiento hacia España”.
Por ello, señaló a los presentes que debían sentirse orgullosos y al mismo tiempo privilegiados por haber realizado su juramento. “Melilla misma es un ejemplo vivo de patriotismo”, destacó. “La bandera nos representa a todos, es emblema de nuestro país y de su unidad. Por ello, es de todos los españoles y símbolo de los valores superiores recogidos en la Constitución”.
Fidelidad y compromiso
En cuanto a su voto de fidelidad, mostrando respeto y obediencia a la Carta Magna y a la Corona de España, indicó a los asistentes que de ello se espera que sean fiel reflejo del compromiso contraído ayer ante sus conciudadanos. “Debéis tener presente cada día que hay que unir nuestros esfuerzos para hacer de España un país mejor y mejorar el bienestar de sus habitantes y de las generaciones futuras, ayudando a que la nación se recupere cuanto antes de la difícil situación de crisis económica que estamos atravesando”, recalcó.
Por otro lado, manifestó que como testigos y padrinos del acto de ayer, formaron “unos soldados que cada día trabajan en su cometido con dedicación y entrega absoluta, lo que les ha valido el respeto y el cariño de una sociedad de la que forman parte y a la que sirven de manera desinteresada”.
Como no podía ser de otra manera, tuvo palabras de recuerdo y admiración para las fuerzas armadas que se encuentran de misión en el extranjero, buena parte de las cuales partieron de Melilla rumbo a Líbano este año. “Están dando muestras constantes de buen hacer, solidaridad, compromiso y entrega total, incluso de la su propia vida, como en su día juraron”.
Tropas en el Líbano
“Les pido a todos los presentes que nos sintamos orgullosos de ellos, pues su valía es reconocida por todos los que junto a ellos cumplen su cometido en misiones internacionales”, añadió. Tras gritar al cielo, junto a las cientos de gargantas que se reunieron ayer en San Lorenzo, los consabidos vivas a España, al Rey y a las Fuerzas Armadas, el comandante general de Melilla dio por concluida su intervención.
Por último, tuvo lugar una ofrenda floral a los caídos por España y se cantó el himno de Artillería, en el que no faltaron los correspondientes cañonazos. Tras un breve desfile en honor a los asistentes, el acto finalizó.
Así pues, ayer quedó claro el compromiso de la ciudad autónoma con la bandera nacional. Es el segundo año consecutivo que se organiza una jura de personal civil y en ambas ocasiones el nivel de público ha sido inmejorable. Muchos de los que ayer estaban en San Lorenzo eran personas procedentes de la península, que cruzaron el Mediterráneo para demostrar su amor por el rojo y el gualda de la enseña nacional.
El único ‘pero’ de ayer lo puso el mal tiempo, que sin embargo no fue capaz de deslucir el acto ni de amedrentar a los asistentes, que mantuvieron el tipo ante la lluvia, el viento y el frío.
No obstante, las fuertes rachas de aire y el bajón en las temperaturas provocaron que la caída de vallas de seguridad se convirtiera en una constante durante todo el acto y que algún espectador buscara refugio dentro de su chaqueta.
Sin embargo, ni la alianza de los elementos pudo hacer que el evento de ayer fuera emocionante a más no poder. En vista del éxito que tuvo, no sería de extrañar que esta iniciativa se repitiera el próximo año en la ciudad autónoma.
Hasta entonces, el recuerdo imborrable del acto de ayer perdurará en la memoria de todos los melillenses y visitantes que participaron.