La escuadra unionista debe olvidar cuanto antes la derrota ante el líder y recuperar las buenas sensaciones del pasado domingo ante el filial sevillista. A los de Cano no les vale otra cosa que no sea sumar de tres en tres.
Es cierto que cuando algo funciona conviene hacer el menor número de cambios posibles pero no es menos cierto que no siempre se afrontan tres partidos en ocho días y, además, ante un equipo ante el que, a priori, se tienen un buen número de papeletas para perder como es el Cádiz; por lo que la introducción de algunos cambios estaría más que justificado. Variaciones en el once inicial las hubo pero, en principio, pesó más la opción de destruir y defender que la de crear y atacar. 'La luz' y 'la creatividad' estuvieron ausentes en el Ramón de Carranza o mejor dicho: separadas cual polos opuestos. Katxorro en el banquillo y Nico Cháfer en casa.
No vamos a descubrir que el Cádiz basa su fortaleza y engrandece sus números, una semana sí y la otra también, en base a una buena organización defensiva y a la velocidad y desborde que posee en las bandas, amén de contar con definidores propios de otra categoría. Pero el gran error del Melilla fue intentar jugarle de la misma manera teniendo en la plantilla jugadores de un gran nivel técnico y que, ahora que están todos disponibles, no habían excusas para no 'juntarlos'. Al menos para plantar cara de una manera valiente a uno de los equipos que posiblemente veamos la próxima temporada en Segunda División A.
Hubiera sido una buena oportunidad para medir el verdadero potencial de un equipo que aspira a colarse entre los mejores del Grupo y disputar una fase de ascenso en la que, llegado el caso, harán falta más argumentos para tener verdaderas opciones de dar el salto. Se ha desaprovechado una magnífica ocasión para, ya puestos a jugar con un solo punta, ver como se asociaban sobre el rectángulo jugadores como Velasco, Campillo, Nico Cháfer, Dani Fragoso y Katxorro. Sobre el papel el Melilla hubiera disputado, al menos, la posesión de la pelota al Cádiz y seguro que los de Jose González lo hubieran pasado peor corriendo detrás de la pelota que no en pos del esférico, buscando la verticalidad de la que el conjunto amarillo hace gala. Un equipo, el gaditano, que trabajó a medio gas, muy cómodo, y al que su afición le hubiera exigido mucho más, tal y como ha sucedido en numerosos partidos disputados en el Carranza si el Melilla hubiera optado por un fútbol de más kilates que el que viene desplegando esta temporada y ante un rival ante el que se podría haber dado un auténtico golpe de autoridad.
Estoy totalmente seguro que ningún entrenador ni ningún equipo afronta un partido con el objetivo de empatar porque normalmente quien lo hace, pierde. Es verdad que todo lo preparado y trabajado se viene al traste cuando apenas trascurrido un minuto se encaja un gol; pero bien es cierto también que, puestos a elegir, se prefiere encajar un gol en el primer minuto de partido que recibirlo en el último; porque tiempo para reaccionar y cambiar las cosas, se tiene.
Lo peor de perder en Cádiz no ha sido la derrota en sí. Lo peor ha sido, sin duda, las sensaciones que deja el equipo tras el enfrentamiento ante un equipo de cierta entidad que, con poco que hizo, desarboló y dejó sin opciones a otro que pudo o quiso hacer algo más pero que se vio impotente para hacerlo.
Sentado frente al televisor, uno pudo alternar entre el partido que se estaba jugando en el Ramón de Carranza y el que se disputaba en el Nuevo La Victoria; y uno pudo apreciar que parecían dos partidos de distinta categoría. El ritmo, la intensidad del segundo no tuvo, ni por asomo, nada que ver con el primero. A la solidez defensiva y contraataque mortal de la Balona, se imponía el buen hacer en el manejo del balón del Jaén que basaba su propuesta en un fútbol de elaboración y de toque que, de verdad, y, como proclama su técnico, si el fútbol es justo el equipo acabará entre los elegidos.
El plantel azulino regresa al trabajo
Los jugadores del conjunto melillense retomaron en la tarde de ayer las sesiones de entrenamientos y comenzaron a preparar, practicamente sin tiempo de recuperación, el partido del próximo domingo ante el Villanovense. Un equipo, el extremeño, que pasa por el mejor momento de la temporada y en el que destaca, a pesar de su veteranía, el delantero ex azulino Paulino.
El de Albacete se ha ganado con su entrega, trabajo y goles, el respeto y el cariño de la afición que acude al Romero Cuerda.
Los extremeños, que cayeron de manera contundente ante el Melilla en la primera vuelta (1-4), ya saben lo que es ganar en Álvarez Claro, puesto que eliminaron al conjunto de Óscar Cano en la primera eliminatoria, disputada a un solo partido, de la Copa del Rey.