El amor no tiene edad y tampoco fecha de caducidad. Así lo demostraron las más de trescientas parejas que ayer se reunieron en los salones del V Pino para celebrar el día de los enamorados. El evento organizado por la Viceconsejería del Mayor es uno de los más esperados del año, y en él se homenajeó en este año, especialmente a Manuela Leiva e Ignacio Fuertes, una pareja de melillenses que lleva más de sesenta años de matrimonio, y que continúan demostrando día a día que a veces el amor, sí es para siempre.
Los salones del restaurante se engalanaron especialmente para la ocasión y no faltó ni un detalle para que los comensales se sintieran lo más cómodos posible y disfrutaran de la jornada. A la entrada, Minie y Mickey esperaban a las parejas para inmortalizar el momento en una fotografía que más tarde se repartió entre las parejas.
Una vez dentro, en cada una de las mesas, globos con el lema ‘Por los años compartidos’ decoraban todas las mesas, en las que las parejas se sentaron de ocho en ocho.
La música tampoco faltó, en una comida entrañable, que estuvo llena de anécdotas, sonrisas y gestos cómplices entre enamorados y amigos. Karim y Fran Bravo fueron los encargados de poner el ritmo. Las canciones, cómo no podía ser de otro modo, versaron sobre años de amor unidos y enamoramientos para toda la vida, cómo los de la mayoría de los que se congregaban en el salón.
Los representantes de la Ciudad Autónoma, con el presidente, Juan José Imbroda , a la cabeza, no faltaron a la cita, como cada año.
Imbroda dedicó unas palabras a los asistentes, en las que destacó que a pesar de la crisis, actos como el de ayer, sinónimos de “alegría e ilusión” no se deben suprimir. “El amor es lo que mueve el mundo”, destacó el presidente.
Asimismo, la viceconsejera del Mayor, Carmina San Martín, destacó que las parejas que allí se reunieron eran un ejemplo de cariño y amor, pero sobre todo de respeto y comprensión, que es lo que permite que a pesar de los años, continúen juntos.
El día de San Valentín es el día de las rosas rojas, de los bombones, los besos, las cenas sorpresa, los regalos en cajas rojas y rosas y las camas con pétalos, pero sobre todo es un momento para recordar que para lograr que sesenta años después, las miradas sigan siendo chispeantes, como las que se cruzaban ayer Manuela e Ignacio, hay que pasar por muchos malos momentos, sin soltarse de la mano.