Los cepemistas han puesto el foco de su atención en el paro y la exclusión social y en ambos asuntos centran toda su estrategia política. De hecho tienen entre las clases más desfavorecidas de Melilla a su principal clientela política y parecen dispuestos a no dejar comerse la parcela por ningún partido, y menos aún por el PSOE. Así lo demuestra el hecho de que Mustafa Aberchán haya rehusado una y otra vez el ‘cara a cara’ al que Dionisio Muñoz le reta cada vez que tiene oportunidad.
Cuestión a parte es el caso de PPL, cuyo diputado Julio Liarte ha entrado en un duro cuerpo a cuerpo y emplea una considerable parte de su tiempo político en esquivar golpes y en tratar de colocar alguno.
Sus mensajes y propuestas permanecen ocultos estos días bajo los insultos que intercambia con varios miembros del Ejecutivo local.
Y el último escenario de la pugna política tiene como protagonistas a los populares y al líder de los socialistas melillenses, cuya moderación en la campaña electoral de mayo se ve ahora como un espejismo.
Aquella estrategia de apartar del PSOE del intercambio de golpes bajos y dejar solos sobre el ring a CpM y PP fue el penúltimo fracaso de Dionisio Muñoz ante las urnas. La oposición constructiva no dio ningún resultado entonces y ahora, ocho meses después, vuelven los socialistas y los populares a donde lo dejaron.
Quizás dentro de unos días regrese la calma cuando el PSME elija a su nuevo secretario general y Dionisio Muñoz cumpla su promesa de convertirse en fiel escudero tras dejar el oficio de caballero andante que le empuja a derrotar a fantasmas que sólo existen en su imaginación
para llegar a ser gobernador de una ínsula.