Afortunadamente, el suceso que ayer aconteció en las dependencias de Bienestar Social no fue a mayores y se quedó en un terrible susto y un principio de tragedia. Como informamos en páginas interiores, una mujer, que estaba siendo atendida en la Consejería, decidió rociarse de gasolina, se entiende que en una reacción extrema para forzar que se atendieran sus demandas.
Los detalles concretos se desconocen, porque la consejera del área, María Antonia Garbín, no ofreció apenas información. No obstante, cabe señalar que el suceso no fue a más porque la señora en cuestión no llevaba ningún mechero con el que rematar su aparente intento de quemarse a lo bonzo.
La crisis económica que padecemos, más aguda para las clases más necesitadas, provoca situaciones de desesperación como la que ayer evidenció la protagonista de la noticia. Reiteramos que desconocemos los detalles, pero aún así nada justifica una reacción tan extrema ni la pretensión de conseguir por la vía de la presión lo que debe resolverse por los cauces formalmente establecidos.
Bienestar Social tampoco es un saco sin fondo: debe medir bien las ayudas que concede puesto que frente a la necesidad también existe la cruda picaresca. Por tanto, es de esperar que situaciones así, excepcionales por fortuna, no vuelvan a repetirse por muy terrible que sean las circunstancias para quienes sufren especialmente la crisis económica. Lo preciso es avanzar en la solidaridad en todos los frentes, con especial sensibilidad hacia quienes más la necesitan en estos tiempos difíciles.