El presidente de la Ciudad ha acertado, en nuestra opinión, al ajustar entre sus cargos de Gobierno los nuevos nombramientos que debían producirse tras la dimisión de El Barkani como consejero del Ejecutivo melillense.
Vivimos tiempos de ajustes y exigencia de austeridad, y aumentar el gasto de los cargos públicos de nuestra principal institución en el ámbito local, no sería fácilmente comprensible por parte de los ciudadanos. Es verdad que la opción adoptada no supone un aumento sino una reducción, por tanto resulta más loable aún que Imbroda haya reajustado el organigrama de su Ejecutivo sin necesidad de echar mano de ‘terceros’. No obstante, son muchos los cargos que el PP deberá nombrar en el mes en curso y es posible que ello exija de nuevos fichajes para el organigrama del Gobierno melillense, que en su justa necesidad tendrán que ser admitidos y asimilados.
Por otra parte, hay que aplaudir el discurso tajante ayer de la primera autoridad local frente a las interpretación interesada de la condición de El Barkani, por su ascendencia rifeña y su confesión musulmana. El Barkani, como el resto de hispanobereberes melillenses, es un español que no admite dudas sobre su nacionalidad. Si en el vecino país, alguien quiere confundirse, como dice Imbroda, está claro que “se equivoca”. Lo penoso es cuando nos equivocamos desde este otro lado, como sucedió con el anterior Gobierno de Zapatero respecto de los melillenses para los que Marruecos pedía la extradición. Hay sí que debemos ser intransigentes, porque aquí y en el resto de nuestro país, todos los españoles lo somos por igual y no caben medias tintas ni otras consideraciones.