Los niños del campamento solidario organizado por la Ciudad Autónoma recibieron ayer sus juguetes.
La noche del 5 de enero es sin duda una de las más mágicas del año para los niños. Los pequeños esperan con ilusión la llegada de los regalos, que los Reyes Magos llevan hasta sus casas durante la madrugada.
Sin embargo los Reyes de Oriente tuvieron que adelantarse ayer un poco a su cita habitual para llegar al campamento del Fuerte de Rostrogordo. Medio centenar de niños, que han pasado allí cuatro días gracias a unas jornadas organizadas por la Ciudad Autónoma, tuvieron como colofón la visita durante la tarde de ayer de Melchor, Gaspar y Baltasar.
La Viceconsejería de Juventud organizó este campamento, junto al área de la Mujer, para niños que estuvieran dentro de alguno de los programas de la Ciudad. Se trata de pequeños que en su mayoría pertenecen a familias desestructuradas o con dificultades económicas y que gracias a esta iniciativa han podido disfrutar de una Navidad inolvidable.
Pasadas las seis de la tarde llegaba la visita más esperada por todos los pequeños, los Reyes Magos, que llevaron con ellos los regalos y la ilusión para estos menores. Melchor, Gaspar y Baltasar charlaron con los participantes en el campamento solidario, que después de recibir a los magos se organizaron, junto a sus monitores, en grupos.
La alegría y el nerviosismo invadían sus caras, y la impaciencia apenas les dejaba quedarse quietos y esperar el momento de entrar en alguna de las cabañas para encontrarse con los juguetes que les habían dejado en la habitación.
Las puertas de las casas se abrieron y los niños corrieron hacia el interior para recoger sus obsequios, aunque aún tuvieron que esperar unos minutos para poder abrirlos.
A la salida de las cabañas, mientras se dirigían al salón para abrilos junto a sus compañeros, la frase más repetida era que ojalá el próximo año puedan volver a dis