Tras discutir por la validez de los rezos en las mezquitas melillenses, le pegó a traición, según la versión del denunciante, con un hacha tipo cortacañas.
Zohair El Hammoutiti Rais, propietario del 'Autoservicio Rais', sito en la calle García Cabrelles, se encuentra desde hace dos días en Barcelona, donde ha acudido a un centro privado especializado en reconstrucción de extremidades para intentar recuperar sus manos, prácticamente inutilizadas a consecuencia de las graves lesiones que le provocó, el 24 de octubre pasado, Mohamed M. H., cuando se disponía a cerrar su tienda.
Lo que en principio podría parecer una grave reyerta o un suceso más relacionado con un intento de robo o similar, dista mucho de inscribirse en la crónica negra habitual de los episodios más escabrosos. La razón por la que Zohair fue brutalmente agredido con un hacha tipo cortacañas, según relató a este Diario y, previamente, en su denuncia ante Comisaría y, días después, ante el juez competente en la causa, tiene un origen muy distinto y alarmante.
En concreto, todo parte de una conversación iniciada en tono amistoso cuando Zohair recibió en su tienda, en la tarde del 24 de octubre, la visita de un amigo que iba acompañado de un tercero. Un 'salafista', según relata en su denuncia, con el que acabó discutiendo sobre la validez de los rezos en las mezquitas de Melilla.
El 'salafista', fiel de la Mezquita Blanca de la Cañada, creada en el año 2005 y difusora de una interpretación muy rigorista del Islam, sostenía que sólo los rezos en la citada mezquita eran válidos y que los efectuados por los musulmanes melillenses en las 13 mezquitas restantes no tenían ningún valor para el verdadero Islam. Zohair no admitió la afirmación, le llamó inculto y Mohamed M.H., el 'salafista', visiblemente airado, no sólo le replicó con insultos en árabe sino que salió de la tienda, cogió un palo y volvió a entrar con ánimo de agredirle. El episodio no fue a mayores, Zohair lo echó de su tienda y creyó que el asunto estaba zanjado.
La realidad fue bien distinta, poco después, cuando cerca de las nueve de la noche oyó al almuecín realizar la llamada a la oración, se dispuso a cerrar su establecimiento para ir a rezar a la Mezquita próxima de García Cabrelles. En ese momento, recibió un fuerte golpe en el costado que, “por sólo dos centímetros” no le perforó el pulmón.
Se volvió y vio al salafista, al tal Mohamed M. H., con un hacha tipo cortacañas que intentaba, según narra en su denuncia, seccionarle el cuello. “Puse la mano derecha para parar el golpe y me cortó varios tendones de dos dedos y medio, además de rajármela por la palma”.
Un tercer corte, en el brazo izquierdo, le seccionó tendones que le impiden cerrar la mano izquierda, mientras que la derecha la tiene prácticamente inutilizada.
De baja médica desde entonces, tras pasar tres días ingresado en el Hospital Comarcal, teme ahora por su integridad, porque aunque la Justicia decretó prisión provisional para Mohamed M.H, por lesiones graves, así certificadas por el médico forense, tras 18 días en prisión quedó en libertad gracias al auxilio económico que recibió y que le permitió pagar la fianza impuesta por el juez de 5.000 euros.
Mohamed M. H. el agresor, viste como los 'salafistas' de la Mezquita Blanca de la Cañada, con larga barba, túnica hasta los tobillos y gorrito de lana tapando su cabeza. Tiene antecedentes penales y una condena en suspenso, tampoco trabaja ni recibe ningún tipo de subsidio por desempleo. “Ahora va por ahí diciendo que él no ha hecho nada, que si me hubiera matado habría tenido que estar unos cuantos años en la cárcel y que a la vista está que se encuentra en libertad”.
Zohair El Hammoutiti, de 29 años, teme por su integridad. Sólo otro comerciante de García Cabrelles, propietario de un locutorio, lo socorrió y lo llevó al hospital. Pero mientras huía del salafista que le perseguía con el hacha cortacañas diciéndole “¿Quieres que te dé más?”, nadie salió en su auxilio. “Mucha gente que tiene comercios en García Cabrelles se percató de lo ocurrido, pero nadie quiere hablar”, se lamenta Zohair, que ahora ha tenido que dar de alta a su hermano pequeño para que lleve el negocio porque él sigue impedido y de baja médica.
No obstante, cuenta con testigos de lo sucedido y espera que estos relaten ante la Justicia lo que verdaderamente ocurrió.
A pesar de ello, echa en falta que ni la Asociación de Comerciantes del Polígono ni las asociaciones de la comunidad musulmana se hayan interesado por él.
En la clínica de Barcelona le han dicho que podrá recuperar la movilidad en sus manos, pero que la operación le cuesta 20.000 euros. “No sé si la mutua me ayudará, en principio parece que no, tendré que pedir un crédito”.
La minoría salafista de Melilla
En Melilla hay dos mezquitas que practican el salafismo, una de manera más moderada y otra, la Mezquita Blanca de la Cañada, de forma extrema y rigorista, tal cual es su interpretación del Islam.
Realizan una interpretación muy rigurosa del Corán y siguen la escuela fundamentalista sunita que tiene como principal teórico al fundador del wahabismo, Mohamed Ibn Abdel Wahab, en el siglo XVIII.
Las mujeres salafistas visten el niqab o hábito negro que cubre todo el cuerpo, salvo sus ojos que quedan ocultos tras una rejilla. También cubren sus manos con guantes negros.
Los hombres portan larga barba, el bigote siempre lo llevan afeitado, túnicas o chilabas oscuras con pantalones que dejan ver sus tobillos, en señal de pureza. También cubren sus cabezas con gorros de lana o casquetes de punto.