La Sanidad en Melilla es una de las asignaturas pendientes que ha dejado el ex presidente Zapatero. El reto para el recién formado Ejecutivo de Mariano Rajoy será ofrecer a los melillenses unos niveles de calidad similares a los que disfruta cualquier ciudadano en el resto del país. La ministra Ana Mato será la encargada de abordar el problema, pero la solución no está únicamente en sus manos porque gran parte de las causas que explican por qué determinados servicios se encuentran desbordados está en Marruecos. Es necesario acordar con el país vecino, de una vez por todas, qué servicios se van a prestar a sus ciudadanos y quién los va a pagar. Hasta ahora el número de asistencias, la cantidad de enfermos marroquíes y el coste de esos servicios han sido una incógnita porque, como el propio Ejecutivo central ha reconocido, simplemente no se ha llevado a cabo ningún tipo de contabilidad. La consecuencia más inmediata de esta actitud ha sido la saturación de determinadas áreas del Hospital Comarcal, estructuradas para la población que aparece en los registros oficiales, pero que deben absorber una mucho mayor sobre la que no existe ningún control numérico.
Cerrar los ojos ante esta realidad ha sido la opción más fácil. Pero lo que es una solución para el Ingesa (que no aporta más fondos y recursos con los que atender al número real de pacientes) y para Marruecos (que no muestra el más mínimo interés por hacerse cargo de este asunto que le corresponde) es un verdadero quebradero de cabeza para los profesionales de la medicina que ejercen en Melilla y una injusticia para los cotizantes y los legales beneficiarios de la Seguridad Social que residen en la ciudad.