Subir el precio de la COA, aunque sea en diez céntimos, en los tiempos que corren es un mazazo para el público menos pudiente que utiliza en mayor medida el transporte público en esta ciudad, por mucho que existan ayudas sociales para los colectivos más desfavorecidos.
Se entiende, no obstante, que la Cooperativa Ómnibus de Melilla demande el incremento en el precio del pasaje, teniendo en cuenta que acumula pérdidas y que anda enfrentándose a un mayor coste del combustible y subida del IPC.
No obstante, la realidad del transporte público en Melilla nos aboca una vez más a la dificultad que entraña la supervivencia de determinados servicios públicos en una ciudad como la nuestra, en la que se combinan los extremos desequilibrios sociales con su carácter de frontera con un país en subdesarrollo.
El portavoz del Gobierno local anunció ayer que, en el marco del Plan de Movilidad para una Melilla más sostenible, se prevé una adjudicación del servicio de transporte público que asegure su pervivencia.
Una vez más, volvemos al debate sobre la Melilla subsidiada que, no obstante, resulta impepinable si queremos mantener servicios de difícil sostenimiento por sí mismos en una ciudad como la nuestra.
De lo que no cabe duda es que el transportes público es tan necesario como necesario es fomentar su mayor uso por los ciudadanos, pero esto a su vez requiere también de mejores prestaciones: Una meta hoy por hoy sólo posible con la ayuda pública.