La oposición quiso convertir ayer en un nuevo caballo de batalla la petición de crédito de casi 8 millones que pretende el Gobierno local, con el fin de cumplir con unas previsiones marcadas desde finales del pasado año, cuando en los Presupuestos para 2011 se acordó incluir 22 millones vía prestamos para financiar inversiones. La nueva operación crediticia no es por tanto nada nuevo. Supone cumplir con lo previsto para impedir que el Presupuesto vigente se quede cojo. El nivel de endeudamiento de la Ciudad no es muy alto, actualmente soporta una carga financiera del 8,81%, muy lejana del 25% máximo que admite la ley de estabilidad presupuestaria.
No obstante,y aunque los créditos se dirijan a inversiones, el Gobierno local debería haber sido más pedagógico con la oposición explicando con detalle cuáles son las inversiones a la que se destinarán los mismos préstamos. Quizás con ello no hubiera logrado que la oposición apoyase la propuesta, pero sí al menos la habría dejado sin objeciones al respecto. Más aún, cuando una factura reciente, por la copa que se sirvió tras la investidura del presidente Imbroda por parte de la empresa Hostemel, resulta del todo excesiva, al alcanzar un montante de casi 18.000 euros de coste.
La crisis económica que padecemos, las llamadas a la austeridad y la sangrante situación de paro que registra Melilla, como gusta decir al presidente Imbroda, desatan todas las alarmas cuando se conocen facturas como la referida. En ese contexto, sembrar las dudas sobre el proceder del Gobierno es fácil, de ahí que el Ejecutivo tendría que haberse aplicado para explicar en qué va a gastar los nuevos 8 millones que va a obtener vía créditos bancarios.