A las incógnitas sobre su muerte se une la imprecisión sobre el inicio de la devoción. Como dice el periodista Domínguez Lasierra, “a un enigma criminal se une otro religioso” porque también resulta imposible determinar en qué momento y de qué modo comienza en Melilla la devoción por Benito, la fe que le convierte en el ‘Soldado de los Milagros’.
Se sabe que cuando en el 78 se derriba el muro que marcaba la separación de la tierra sagrada, la tumba de Benito ya aparece cubierta de flores. Que en el 77, cuando sus familiares vinieron a la exhumación de sus restos con el fin de trasladarlos a Cetina, encontraron la oposición de miles de melillenses que les rogaron para que no se lo llevaran de Melilla.
A Benito le ha crecido la fe con el paso de los años. Son muchos los que le piden y cubren su tumba de flores convencidos de que hace milagros. Hubo al parecer una propuesta del obispo de Málaga para santificarlo, pero la familia de Benito se negó.
Su hermano menor, José, y otros miembros de la familia de Benito, se desplazan a Melilla todos los años, coincidiendo con el Día de Todos los Santos, para participar del homenaje de devoción popular que cada 1 de noviembre se sucede en torno a la tumba del venerado ‘Soldado de los Milagros’.
La estela de su leyenda también tiene un lugar en Cetina, en la Plaza de San Juan Lorenzo, donde una placa recuerda al hijo malogrado en vida y venerado tras su muerte con el siguiente texto: "Cetina en recuerdo de su hijo Benito López Franco que de esta plaza hacia Melilla partió donde por su fatal destino fue acogido y como el ‘Soldado de los Milagros’ reconocido".
La placa se inauguró el 23 de septiembre del año 2000, en presencia del entonces consejero de Cultura de nuestra Ciudad Autónoma, Javier Martínez Monreal. En el acto, el presidente de la asociación Humanismo y Progreso, Jesús Aznar, ponía el acento en cómo Benito ha logrado por lo pronto hermanar a Melilla y Cetina. “Hoy –señaló- podemos decir que Cetina vive en el corazón de Melilla y que, en esta plaza de San Juan Lorenzo, la lejana Melilla se encuentra también entre nosotros”. “Lo que nadie podía pensar –prosiguió Jesús Aznar- era que Benito, cargado de proyectos, de ilusiones y sobre todo de vida, llevara en su petate un billete hacia un mundo desconocido y que consiguiera moldear en vida la roca que todos los hombres somos para convertirla en una piedra pulida que fue su propia persona y que Melilla rubricó con el nombre del ‘Soldado de los Milagros’. Desde aquí, los cetineros y cetineras de hoy estrechan lazos de amistad con ese pueblo melillense que lleva en su corazón un pedazo de esperanza que también es nuestra”.
Y así se forjó la grandeza de una leyenda que en su dimensión religiosa parece encontrar una oportunidad para vengar y honrar la trágica muerte del joven soldado de Cetina (Zaragoza)