Javier Veiga es el escritor, director y uno de los actores de ‘Amigos hasta la muerte’, la obra de teatro que se representará este fin de semana en el teatro Kursaal.
¿Qué haría si su pareja le abandonase y se fuera con su mejor amigo? ¿Y si tan sólo le quedan unos meses de vida? ¿Lo perdonaría todo por amor? Preguntas que se plantean en la comedia que llega este fin de semana al teatro Kursaal, ‘Amigos hasta la muerte’. Una obra que ha sido escrita, dirigida y protagonizada por Javier Veiga, a quien reconocerán por presentar ‘El Club de la Comedia’ durante alguna de las temporadas de este programa. Veiga ya ha estado en Melilla en una ocasión, pues presentó la gala de Miss Melilla hace varios años.
‘Amigos hasta la muerte’ se estrenó hace tres años por primera vez en Madrid, aunque por problemas de agenda tuvo que suspenderse, así que Veiga considera que esta gira es el verdadero estreno de la obra ya que se han previsto dos años de representaciones y para el año que viene volverán a Madrid.
Este escritor, director y actor comentó con ‘El Faro’ las características de esta obra y ofreció buenos motivos por los que acudir este fin de semana al Kursaal.
–¿Cómo surge escribir ‘Amigos hasta la muerte’?
–La idea era hacer una comedia sobre la amistad, porque es un tema poco tratado habitualmente tanto en teatro como en la ficción en general, pues se habla mucho del amor y de las relaciones familiares, pero no de la amistad.
–¿Cómo definiría esta obra para animar a los melillenses a que vayan a verla este fin de semana?
-Es una comedia con trampa, porque es una obra en la que la gente se identifica con los personajes, acaba cogiendoles cariño y llega a emocionarse con la historia de estos tres tipos, que aunque vivan una historia que nos haga reír, a la vez es tierna, sobre amores y de desamores, amistades y desencuentros. Otro de sus detalles es que es una comedia para reír, porque habitualmente hay directores que dicen "es una comedia de sonrisa", pero se dice cuando una comedia sale mal, pues no ha conseguido lo que tiene que conseguir, que es que la gente se ría durante hora y media en una butaca a carcajadas. Animo a los melillenses a que vayan a ver la obra porque sino se la van a tener que contar sus amigos y se van a arrepentir. Por su bien tienen que venir a verla para que luego no tengan que pagarse un billete hasta la península para poder ver el espectáculo. Por lo que por una cuestión económica les conviene ver el espectáculo en Melilla.
–¿Los melillenses saldrán con alguna moraleja tras ver esta obra de teatro?
–Morajela no, porque no creo que las historias deban ser moralizantes sino lanzar preguntas y que a la gente le apetezca contestarse. Una obra de teatro buena es aquella que te da para la conversación de la cena como mínimo y si da para todo el fin de semana pues genial. Esta obra de teatro, a parte de su hora y media, sí cumple con su labor que es que la gente luego tenga tema de conversación para echar toda la cena hablando de ella e incluso el día siguiente. Te da para reírte de algunos momentos de la función y también para preguntarte qué haría yo si me viese en las circunstancias de estos tipos. En este sentido, se rentabiliza la función porque te da para todo el fin de semana de conversación.
–¿Cuáles fueron los retos que se le plantearon a la hora de escribir el guión, dirigir y actuar en esta obra?
–El reto era conseguir contar la historia que para los personajes aparentemente es muy dramática, pero conseguir que esto sea para el público absolutamente divertido. Alcanzar contar la historia que es muy profunda para los tres protagonistas que la viven, y que visto desde fuera resulta absolutamente cómica. Creo que lo hemos conseguido, tanto en la puesta en escena como los tres actores que la componemos. Contamos una historia que realmente narrada de otra forma podría ser un gran dramón, pero de esta manera es una comedia en la que la gente se ríe y se siente identificada.
–¿Cuáles serían los perfiles de estos tres personajes?
–Nacho y Ángel, los dos chicos, son casi las dos partes de un hombre, uno es el más tradicional, conservador, el que lleva una vida más casera y familiar, y el otro es la parte más golfa y gamberra. Digamos que son el demonio y el angelito que todos tenemos sobre los hombros diciendonos cosas al oído. Uno se deja lleva por el demonio y otro por el ángel, aunque en realidad son tíos muy parecidos, pero que tienen conductas distintas. Y el personaje de María es una mujer muy inteligente que es la gran manipuladora de esta historia. Lo hace con buenas intenciones, creyendo que aquello es lo mejor para generar la felicidad de sus amigos. Es una mujer con mucha fuerza que es capaz de remover toda la historia y sabe lo que quiere y lo persigue sin pararse en nada.
–Ha definido en alguna ocasión a esta obra teatral como una tragicomedia urbana, ¿qué significa este término?
–Son personajes tragicómicos, aunque más comedia que tragedia. Es una historia que tiene estas dos partes, tragicomedia, y la llamo urbana porque se refiere a gente de mi entorno del de cualquier persona que vive en esta generación, que somos muy urbana, compartimos gustos, maneras de vivir, de pensar y hemos crecido con los mismos referentes culturales. Eso afecta a la gran parte de la población. Urbana lo entiendo desde mi pueblo de 11.000 habitantes hasta Madrid. Creo que no hay diferencias entre la gente de mi pueblo y la de Madrid. Han estudiado las mismas cosas, compran los muebles en grandes almacenes, oyen los mismos programas de radio, ven la misma televisión, toman el mismo tipo de comida, van a escuchar la misma música. Somos gente muy similar y urbana, incluso los que vivan en pueblos más pequeños. Es una característica de mi generación en la que los personajes son estos tipos que no son grandes héroes griegos sino personas de hoy, como las que tenemos enfrente.
–¿Cómo ha sido el trabajo con Marta Hazas y Fele Martínez?
–Ha sido un gusto y muy cómodo para mí. Supongo que para ellos ha sido más incómodo por el hecho de ser yo el director y a la vez actor, que es una posición difícil siempre para el resto de los compañeros. Se necesita una generosidad grande por parte de los otros actores para que trabajen sin pensar que les estás corrigiendo en la escena y se pregunten porqué tú no lo haces. Creo que va a ser una sorpresa para la gente el verles en un registro menos habitual para el público, pero en el que ambos han trabajado mucho y que dominan. Son dos actores, para aquellos que los descubran ahora, que están en esta obra en una faceta menos habitual de la que recuerda el público. En el caso de Marta la gente está habituada en verla en papeles dramáticos y, en el de Fele se ha visto, sobre todo, su protagonismo en películas de thriler con personajes oscuros. No obstante, aquí los dos hacen dos personajes muy cómicos.
–¿Cuáles son los proyectos de los siguientes meses?
–Vamos de gira con este espectáculo que acaba de arrancar y también estoy ‘girando’ con un cortometraje que acabamos de presentar que se llama ‘De qué se ríen las hienas’ yendo a diferentes festivales. El tiempo libre lo dedico a escribir proyectos nuevos, tanto para teatro como para cine, dos historias que espero que vean la luz pronto.