Después de casi un mes de vacaciones volvemos con las energizas renovadas. Mucha gente se pregunta ¿En que creen los musulmanes? ¿Cuál es su credo? ¿Qué significa Aqida “cosmovisión”? ¿Cuál es la interpretación de La ilaha ila Allah “No hay más verdad que Allah”? ¿Cómo vemos los musulmanes a Allah?.... Todas estas preguntas las vamos a responder con una seria de artículos donde vamos a ver detalladamente cual es el credo del Islam.
La Aqida es la cosmovisión, el conjunto de ideas-fuerza, de convicciones íntimas y profundas, de raíces y certezas poderosas, que están en la base del Islam. La palabra Aqida significaba originalmente firmeza, resolución, nudo, pacto… y es la energía que anida y deriva de principios sólidos y percepciones intensas que se van engarzando y conforman la conciencia y rigen la acción y el oriente de cada musulmán. Esos fundamentos estructuradores de la personalidad espiritual del musulmán y de su comunidad están resumidos en la Shahada, el primero de los pilares del Islam, que consiste en proclamar la ilaha ila Allah (No hay más verdad que Allah) y Muhammadun rasulullah (Muhammad es el Mensajero de Allah). Las connotaciones, implicaciones, compromisos y exigencias de estas dos frases fueron desarrolladas por el Corán y la Práctica y Enseñanzas del Profeta: la Sunna.
Muchos autores musulmanes han escrito obras que tratan sobre al Aqida, intentando recoger y explicar lo esencial del Islam con fidelidad escrupulosa a las fuentes de las que emana (El Corán y la Sunna). En este articulo nos vamos a basar en la obra más conocida sobre esta materia. Es la del Imam At-Tahawi. Vamos a ir viendo los artículos de fe uno por uno y su interpretación. Comenzamos siempre en el Nombre de Dios.
1. Decimos de la reunificación de Allah -confiando en el auxilio de Allah- que: Allah es Uno, sin asociado alguno… éste es el fundamento del Islam, y es la idea-fuerza que está en la raíz de su cosmovisión y su espiritualidad. Se trata de una declaración inicial que resume la enseñanza de los Profetas. Allah -el Creador de las realidades, el Vertebrador de cuanto existe, el Destino en el que todo confluye y concluye es Uno (Wahid). El universo entero es recapitulación y prueba de su Poder, su Voluntad y su Ciencia. Lo que nos está configurando tiene un único núcleo, al que llamamos Allah. Él está constantemente presente, no deja de mostrarse. Él es lo más claro y evidente, y por ello mismo es lo más difícil de expresar, porque es imposible abarcarlo. Él es quien lo abarca todo.
Conocer a Allah es la primera de las obligaciones, porque el conocimiento o la ignorancia de lo que es y de quién es la Verdad (al-Haqq) que nos hace ser, condicionan la existencia del hombre. Allah es la gran intuición primordial de cada ser humano. Allah nos dice en el Corán: “He enviado a cada nación un mensajero para decir a su pueblo que reconociera a Allah como su Único Señor y se apartaran de los ídolos”
Esas afirmaciones coinciden con lo que presiente el corazón puro y la razón rigurosa. La deformación o negación de esa certeza original es siempre resultado de influencias y circunstancias posteriores. El Profeta Muhammad dijo: “todo recién nacido está en estado de Fitra (es decir, reconoce espontáneamente la Unidad origen de su existencia y aún está inmerso en ella). El Corán nos dice: “Lo deforman y niegan a Allah, pero en sus adentros saben que Él es cierto, y lo hacen porque son injustos y sólo se ven a sí mismos”.
El Islam es la recuperación de un presentimiento primordial y universal.
Allah, lo Eterno e Inefable, la Incógnita Creadora que está en los orígenes, más allá del espacio y el tiempo, de las normas, las imágenes y los límites, y es la urdimbre de nuestro presente rigiendo cada uno de nuestros instantes y el destino al que nos encaminamos, es Uno (Wahid); es Uno en Sí, y es el Señor de los Mundos, y nada ni nadie está al margen de Él.
Allah, en Él no hay conflicto ni contradicciones, y su Poder lo abarca y sujeta todo, en cada instante, sin interrupción. La existencia entera está supeditada a Él, que es Uno. El universo en su totalidad él material, el espiritual, el imaginario- queda igualado y reducido así a la Unidad que lo gobierna desde las profundidades de su perfección, una perfección más sutil que las posibilidades del entendimiento.
La Unidad de Allah, que lo engloba todo, es la conclusión a la que llegan dos reflexiones (la del corazón y la de la razón) y tiene un doble alcance: primero, que Allah es Uno en Sí; y segundo, que lo creado está subordinado al Uno, siendo así reunificado todo bajo el dominio de la Verdad Soberana.
Esta noción esencial es lo que enseñaron los Mensajeros de la Verdad; el reconocimiento de la sabiduría que hay en esa intuición es el primer paso que se da en la dirección de la Verdad y afianzarse en ella es el más elevado rango espiritual. Hay por tanto una invitación, una conmoción y un estado: la invitación (da´wa) de los profetas – en coincidencia con la inquietud innata de cada hombre- el impacto (hal) que produce esta enseñanza demoledora de ídolos, y un estado de perfección (maqam) para quien se asienta en esa Verdad tras peregrinar hacia lo que significa y lo que demanda la Unidad. Por tanto, la idea de Unidad implica un saber (ilm) y una orientación (qasd), y ambos son exigidos: saber que Allah es el Único Señor y rendirse a Él. Eso es la Realidad, la esencia de cada criatura y acontecimiento, y lo demás es confusión, conflicto, desequilibrio y frustración.
El Islam de una persona empieza cuando asume que su Señor presentido es Uno, y va depurando esta intuición, afianzándose en ella y progresando en su entendimiento y en el compromiso que conlleva, y con esa misma afirmación debe salir del mundo para reencontrarse con la Verdad que ha vislumbrado en las honduras de su sensibilidad espiritual (al Iman). El Mensajero dijo: “Entrara en el Paraíso aquél cuyas últimas palabras hayan sido: “No hay más verdad que Allah”.
Con esta afirmación radical, el Islam niega e impugna todos los dioses de la humanidad. Los dioses, los ídolos, los redentores, los mitos, las supersticiones… son productos de la imaginación, las maquinaciones, la ignorancia, las elucubraciones, el oscurantismo, la brillantez, los miedos y las esperanzas del hombre. Pero, cuando se impone la sensatez y el hombre descubre la nada de sus quimeras, cuando depura su mundo, su inteligencia y su corazón, entonces para intuir la grandeza indescriptible de la Verdad Absoluta que lo cimenta y en la que existe. Entonces vislumbra quien es Allah y el nexo indisoluble que lo ata a Él, quedando sobrecogido ante la Inmensidad, y también queda reunificado en un universo conjugado por el Uno-Único.
Allah no es reducible a nada, escapa a todo control, y todo está íntimamente sujeto a Él, y todo depende en cada instante de Él. Él es lo Real, pero nuestras circunstancias y prejuicios nos ciegan. Él es lo único eficaz: todo lo demás es transición y espejismo, esperanza y miedo. El desafío que el corazón presiente en lo más hondo de su sensibilidad (Iman) es que Allah tiene un Poder irreductible y único que rige cada criatura y cada uno de sus instantes.
El Islam es en su base una espiritualidad anti idolátrica, y su sentido de la Unidad y Unicidad de la Verdad es subrayada aún con mayor intensidad cuando nos enseña que Allah no tiene asociado (sharik): nada ni nadie lo sustituye, nada ni nadie comparte nada con Él, nada intermedia entre Él y cada una de sus criaturas, no existen sucedáneos para Él… negando, de entrada, la necesidad de proyectos salvíficos, ídolos, poderes, clero, jerarquías, sacramentos, monopolios o instituciones mediadoras. Esto tiene graves repercusiones y configura una civilización que recupera esencias. Nada se interpone entre Allah-Uno y cada hombre singular, pues nada hay más cercano que Él. No hay delegación. Esto es lo que implica la negación del sharik “el asociado”. El Shirk, es decir, concebir un asociado a Allah, es la mayor desorientación, y el Corán lo llama el Gran Perjurio (Al Hizn al-Azim). En la base de toda idolatría hay un falso juramento.
El reto del Islam consiste en comprender lo que significan estas posturas tajantes, y deducir implicaciones y llevarlas a la práctica. El Islam es un esfuerzo continuado por ahondar en el conocimiento y saboreo de Allah Uno (Wahid) en un proceso constante de Reunificación (Tawhid). Y este, Tawhid es la palabra clave, la que no debe ser olvidada. El musulmán va reunificando ante sí a su Señor, profundizando en lo que significa su Unidad (Wahdania), rindiéndose en su dependencia respecto a Él, acercándose a ese desbordamiento creador, superando sus contradicciones, alcanzando la paz en la inmensidad de su Señor, deshaciéndose de ídolos y mentiras, purificando su percepción, su entendimiento y su acción. Allah no deja de mostrarse y evidenciarse, de apoderarse de todo, y sólo hay que retirar el velo que nos ciega, un velo que consiste precisamente en las complicaciones con las que el hombre se desvincula, por un mundo de fantasías, sucedáneos, temores, suposiciones, teorías, esperanzas, ambiciones y frivolidades.
La meta del Tawhid, la gran empresa que se propone el musulmán, lo que lo va configurando como tal, es la plenitud en la Inmensidad del Señor de los Mundos. Avanzar en el Tawhid es la aspiración que no debe ser ralentizada en ningún momento, pues es el bálsamo que calma la agitación del ser humano. El Corán nos dice: “Es en el Recuerdo de Allah donde los corazones encuentran la paz”. Por ello se ha dicho que enseñar el Tawhid es lo primero y a la vez es la meta que se pretende alcanzar, y por ello todas las intenciones, todos los esfuerzos y todo el empeño son pocos, pues su objetivo es Allah Infinito e Inabarcable: se necesita del Tawfiq, la ayuda y asistencia de Allah mismo. Hace falta una fuerza sobrehumana, un entendimiento hondo, una luz que no sea enturbiada por nada, y Allah nos ha asistido con la Revelación del Corán y las Enseñanzas de Muhammad (la Sunna), y no deja de guiar al que se orienta hacia Él con un corazón sincero. La primera pista es que Allah es Uno (Wahid), la segunda es que no tiene socio (sharik), y así, de etapa en etapa, hasta la inmersión en lo que ello implica y en la grandeza de espíritu que comunica.
Para ello, y con toda claridad, desde el principio el musulmán tiene en Allah su única Orientación (Qibla): sólo a Él se somete, sólo hacia Él se dirige, y sólo en Él deposita su ser, sin asociarle nada.
Continuará……