Desde el primer día que Khadija fue desalojada de la vivienda que ocupaba con sus hijos por no poder pagar el alquiler, esta mujer ha contado con encendidos apoyos. A su lado siempre ha estado José Palazón, el máximo dirigente de Prodein, con su defensa a ultranza de los miembros más desfavorecidos de la sociedad. Luego, al poco tiempo, se sumó a la causa Emilio Guerra, coordinador de UPyD, que en las últimas semanas, y especialmente en la ‘batalla’ a favor de Khadija, viene sufriendo una estraña trasformación. Si algo caracterizaba hasta ahora a Emilio Guerra era la mesura, la sensatez y el sentido común. Así se mostró en la campaña electoral, a pesar del encendido enfrentamiento político que se vivió en Melilla. Y así continuó aún después de conocer que los resultados de los comicios no le habían asignado ningún escaño en la Asamblea. Sin embargo, su apuesta siguió siendo la crítica correcta en la forma y argumentada en el fondo. Era así hasta que sus notas de prensa sufrieron una extraña trasformación. En una remitida el jueves afirmaba que estaba de acuerdo con las obras en la zona de Beni-Enzar, pero a continuación aseguraba que ese proyecto lo iban a pargar los melillenses “a precio de oro”, que se iban a instalar “las papeleras y los bancos más caros del mundo”. Sobre la apuesta del presidente Imbroda para potenciar los distritos IV y V a través de un órgano específico en su nueva estructura de Gobierno señalaba que tiene un “tufillo nada transparente”. Y ayer, al valorar los últimos acontecimientos del ‘caso Khandija’ afirmaba que lo que le ocurre a esta mujer tiene su origen en que “es mora y no ha votado al PP”. Todo ello sin los argumentos y datos de los que hacía gala antes de entrar en esta nueva fase de crítica política y basando únicamente las denuncias en el valor de su palabra.