Hace cientos años la mujer nacía, iba a “costura” y se casaba. Esta trayectoria diseñada a priori y trasladada de generación en generación se perpetuaba, irremediablemente, en el tiempo gracias a la sociedad patriarcal. En la actualidad, las mujeres ya no son tan sumisas, ni tampoco siguen estas directrices, al menos de manera tan restrictiva.
Hemos ganado mucho terreno en el campo de la igualdad; aun así, todavía nos queda mucho camino por recorrer si pretendemos conseguir una verdadera igualdad de género.
La científica Chien Shiung Wu ya constató, no hace tantos años, que hay una percepción errónea en la sociedad: las mujeres científicas son vistas como unas solteras malforjadas. Este prejuicio podría ser uno, entre muchos, de los motivos por el que una niña ni siquiera intenta acercarse al mundo científico.
Parece que es incompatible para una mujer dedicarse a la investigación científica con tener pareja y formar una familia. Federico García Lorca con su obra “*Doña Rosita, la soltera” ya lo dejó muy claro: la sociedad señala y discrimina a la mujer “machucha”, viéndola como una mujer grotesca y amargada. A pesar de que ha pasado ya un siglo, sus palabras todavía perviven y pueden marcar la trayectoria profesional de una niña. El mundo científico hoy en día continúa siendo un área profesional dominada mayoritariamente por hombres.
Históricamente, las mujeres han encontrado numerosas barreras para participar en la ciencia, incluyendo el acceso limitado en la educación formal, la discriminación institucionalizada y la carencia de reconocimiento por sus contribuciones debido por ejemplo a la falta de visualización: tenemos que trabajar mucho más que nuestros compañeros para se reconozca nuestro trabajo y demostrar nuestra valía y sobre todo porqué el hombre está acostumbrado a dominar y no admite que ahora que lleguemos y le usurpemos este derecho que tiene por natura.
Se encuentran impotentes cuando su voz no se escucha o no tiene el eco que tenía antes, cuando sus argumentaciones ya no se tienen en cuenta, cuando se cuestiona cada aportación que se hace, y una larga lista de desprecios…
Hay mucha gente joven que piensa que ya hemos conseguido la igualdad y que el movimiento está derivando en un extremismo que no comparten. Esta desafección hacia el movimiento feminista es preocupante ya que, si bien es cierto que hemos ganado mucho en derechos y oportunidades, y que la cosificación de la mujer es una especie de quimera que pertenece al pasado, también es cierto que todavía se educa de manera diferente a nuestras niñas y niños y las expectativas sociales que se creen a su alrededor son limitadoras y las abocan, si quieren seguir su propio camino, a romperlas.
Las mujeres que hagan este paso son mujeres iconoclastas, mujeres valientes que ponen por encima su sueño, su vocación, pero, no nos engañemos, la mayoría de ellas caen prisioneras de los prejuicios y expectativas que la sociedad ha creado. Estas construcciones sociales y culturales son las que tenemos que cambiar porque son las responsables que muchas mujeres no eligen la vida que verdaderamente sueñan y se quedan limitadas en una vida sin estímulos, en una vida unidimensional.
Por todo esto, desde la Organización de Mujeres de la Confederación Intersindical, continuaremos luchando por unas políticas de igualdad, ofreciendo a las alumnas desde una edad temprana la oportunidad de desarrollar su curiosidad por la ciencia mediante materiales didácticos que despierten y fomenten la participación activa así como el interés por las cuestiones más técnicas y científicas.
Hay que visibilizar más a las mujeres notables que han conseguido grandes hitos a lo largo de la historia, de este modo las niñas tendrán referentes y modelos a los cuales seguir, modelos que son fuente de inspiración y empoderamiento para las niñas en su persecución de sus intereses en ciencia y tecnología