La alta carga burocrática y la digitalización se han incrementado excesivamente en los últimos años, y se encuentra entre las principales tareas a las que tienen que hacer frente los docentes actualmente. Estos, junto a otros factores, provoca que muchos de ellos pierdan la motivación y sientan un alto nivel de insatisfacción y desánimo, que puede desembocar en depresión. El sindicato de enseñanza melillense SATE-STEs explica porqué ocurre esto.
El I Estudio Nacional sobre el Estado Emocional de los Docentes, promovido por el diario digital ‘Éxito Educativo’, ha elaborado un diagnóstico para conocer el estado de ánimo de los profesores, en el que han participado casi 4.000 docentes de todas las etapas educativas no universitarias de España. El estudio reveló que el 40% de los profesores en España sufre depresión.
Entre los desafíos a los que se enfrentan, más del 50% de los encuestados señalaron la carga burocrática y legislativa, resaltando la necesidad de simplificar todos los procedimientos administrativos en Educación. Y un 60% siente que su labor no es valorada por la sociedad.
Tal y como ha puesto de relieve el estudio, desde SATE-STEs corroboran que los problemas que tiene el profesorado son la poca valoración social de los docentes y los conflictos que se producen con ellos en algunas ocasiones con las familias y el alumnado dentro del aula. A esto se le une el cambio excesivamente frecuente de legislación y la mayor carga burocrática a la que se enfrentan actualmente. Todo ello se reduce a un elemento: la exigencia.
“En poco tiempo hemos pasado a ser altamente competentes en tareas digitales. La digitalización se ha vivido muchas veces entre el profesorado de una forma muy invasiva y modifica mucho sus planteamientos anteriores”, explica José Luis López Belmonte, maestro melillense y representante de SATE-STEs.
En unos años los docentes han tenido que aprender a realizar multitud de tareas informáticas, algo que suele costar menos para las nuevas generaciones pero que se resiste a los más mayores. Y, aun así, el nivel de exigencia es el mismo para todos. La alta digitalización y el “súper incremento estratosférico” de la carga burocrática son las principales montañas que tienen que escalar los profesores día a día. El 90% del profesorado considera que simplificando los procesos burocráticos sería una de las mejores formas de mantener su motivación.
Del “profesor quemado” ya hablaba también hace unas décadas el melillense José Manuel Esteve Zarazaga, reconocido profesor e investigador de pedagogía, en su libro ‘El malestar docente’.
En él analiza precisamente los principales indicadores que alimentan la crisis que viven los docentes, como es el cambio acelerado del contexto social y como los profesores se encuentran ante el desconcierto y las dificultades de unas demandas que también cambian rápidamente al mismo tiempo que se enfrentan a una continua crítica social por no cumplir con dichas exigencias.
Y es que poco tienen que ver las tareas que llevan a cabo los docentes ahora con las que tenían hace treinta o cuarenta años, puesto que, como ha hecho la sociedad, la enseñanza ha avanzado mucho.
Pero los datos se han incrementado desde hace tan solo unos años, concretamente desde la pandemia, que no dejó a nada ni nadie indiferente, y mucho menos al sector educativo. “La pandemia ha sido un punto y aparte en todos los temas del malestar docente”, apunta.
Los duros meses de aislamiento que sufrió la sociedad a causa del Covid no dejaron indiferente a nadie y puso de relieve, más que nunca, la salud mental. Los niños y adolescentes vieron “asesinada” su socialización en las calles al verse restringidos en las casas y tener que comunicarse únicamente mediante una pantalla, ya fuera para ir a clase o para simplemente socializar.
Entre 2019 y 2021, el número de suicidios en adolescentes aumentó significativamente, hasta un 32,35%. López Belmonte destaca que, al igual que los docentes, el alumnado también presenta muchas de estas características del profesorado y están “quemados”. “Nosotros vemos también que en el aula existe un cierto nivel de desánimo y estamos convencidos de que la pandemia ha incidido en esos temas”, dice.
SATE-STEs es uno de los pocos sindicatos que se encuentra también en una plataforma de bienestar de la comunidad educativa donde se lucha por el malestar de los docentes, pero también por el del alumnado, y que participa activamente en las reuniones que se mantienen con el Ministerio de Educación, que pretende crear la figura del profesor o coordinador de bienestar. “Es un tema muy amplio que exige muchos conocimientos y dedicación porque existe una gran diversidad de los focos de malestar que se vive en las aulas escolares”, añade.
El nivel de desánimo que los alumnos tienen en las aulas también contribuye al malestar que sienten los docentes, ya que para el profesor es difícil aislarse “de lo que vive en el aula durante muchas horas al cabo del día” y normalmente suele tener “empatía” por sus estudiantes. “Estamos en una sociedad muy compleja que requiere muchas aptitudes y muchas condiciones y muchas veces no la encontramos suficientemente apoyada por la Administración”, concluye.
Con todo esto, casi la mitad del profesorado afirma que si tuviera la opción de cambiar de trabajo, lo haría. El 80% de los docentes accedió a la profesión por pura vocación pero, con la falta de bienestar emocional, la mitad de ellos recomendaría ser profesor a otras personas mientras que la otra no. También un 80% estaría dispuesto a cambiar de centro de trabajo. Los datos reflejan un alto nivel de insatisfacción entre los docentes españoles.
“Muchas veces, la formación que recibe un profesor o un maestro deja poca capacidad para cambiar de trabajo, pero, evidentemente, hay personas que se plantean cambiar a otras profesiones”, asegura López Belmonte.