La exposición al frío y a los agentes externos, como la lluvia y el viento, dañan la barrera protectora natural de la piel y hacen que ésta se irrite y reseque. Cuando la temperatura es baja se produce una vasoconstricción sanguínea que reduce dicha barrera protectora y las células no se renuevan a la velocidad que deberían, acumulando una capa de células muertas que hace que la piel luzca más apagada y tirante. Los expertos de Nutritienda.com nos muestran los efectos que el frío produce en nuestra piel y nos dan unas pautas para lucir una piel radiante en invierno:
1. Sequedad
La sequedad en la piel, también conocida como xerosis cutánea se produce cuando la piel no retiene suficiente humedad. Hay varios motivos por los que esto se produce, pero las bajas temperaturas son una de las principales causas. El aire frío y seco, puede despojar a la piel de su humedad natural, y producir que ésta se vuelva seca y tirante.
Mantener la piel bien hidratada utilizando cremas y lociones hidratantes, es clave para prevenir y aliviar la sequedad cutánea y sus posibles complicaciones, aplicar aceites naturales como el aceite de coco, aceite de almendras o aceite de oliva ayuda a retener la humedad. Además, es importante adoptar ciertos hábitos para el cuidado de la piel como evitar ducharse con agua muy caliente, utilizar productos de limpieza suaves, protegerse del viento y el frío y evitar factores que puedan agravar la sequedad.
2. Enrojecimiento
El enrojecimiento de la piel es una respuesta natural del cuerpo a las bajas temperaturas y se conoce como eritema al frío. Esta reacción se produce debido a la constricción de los vasos sanguíneos de la piel (vasoconstricción) cuando la piel se expone al frío, seguido de una rápida dilatación de los vasos sanguíneos (vasodilatación), cuando se vuelve a calentar. Para que esto no suceda es importante evitar las transiciones rápidas entre ambientes fríos y calientes.
Un remedio para proporcionar alivio instantáneo y refrescar la piel enrojecida es el uso de aerosoles de agua termal. Contienen agua recolectada de manantiales termales, a menudo rica en minerales y oligoelementos, que proporcionan una hidratación rápida y ligera a la piel. El agua termal tiene propiedades antiinflamatorias y ayuda a calmar la piel irritada y enrojecida, refrescando la piel y añadiéndole humedad. Es importante destacar que, aunque rociar suavemente agua termal sobre la piel puede proporcionar beneficios temporales, no debe considerarse como una solución completa a los problemas más graves de la piel, por lo que, es recomendable consultar a un dermatólogo si esos se gravan o si el enrojecimiento persiste o está acompañado de un dolor intenso.
3. Irritación
La irritación de la piel es otro de los problemas que surgen debido a la exposición al aire frío y seco. Esta irritación puede ir acompañada de una sensación de picazón intensa. Para calmar la piel irritada es importante no rascarse y aplicar compresas frías y paños húmedos o utilizar productos con ingredientes calmantes como la avena, el aloe vera y la caléndula. Las lociones que contienen coloides de avena pueden ser útiles para aliviar la piel irritada, ya que gracias a su contenido en beta-glucanos estimula la formación de colágeno que ayuda a la elasticidad de la piel. También se puede echar un puñado de avena en agua templada y darse un baño.
Por su parte, el aloe vera, también es otro ingrediente calmante para la piel, hidrata en profundidad y actúa sobre la epidermis, dermis e hipodermis. Después de exponerse al frío se puede aplicar una mascarilla con 20 ml de gel de aloe vera puro, una cucharadita de miel y aceite de jojoba, se deja actuar diez minutos y después se lava la piel con agua templada. También, para la irritación es muy útil el uso de caléndula ya que alivia el picor y calma la piel gracias a su contenido en fitoesteroles, saponinas y ácido salicílico que la protege de las agresiones externas como el frío y el viento. Existen diversos formatos como cremas, aceites o jabones.
4. Descamación
El aire frío y seco del invierno suele tener menos humedad, esto provoca que la piel se deshidrate y se descame. Las grietas y descamación pueden proporcionar puntos de entrada para bacterias y otros patógenos, aumentando el riesgo de infecciones. Una forma de intentar evitar la descamación es mantener una rutina de limpieza facial. Los expertos de Nutritienda.com recomiendan que una, o dos veces por semana, se realizalice una exfoliación para eliminar las células muertas, renovar la piel y activar la circulación. Se pueden usar exfoliantes ya preparados o hacerlos caseros mezclando aceite de oliva con azúcar, o también avena con un poco de miel.
Además de exfoliar la piel es recomendable usar mascarillas para dar un toque de hidratación extra, también se pueden hacer caseras mezclando, por ejemplo, arcilla verde con aceite de oliva, limón y un poco de agua, se aplica unos 20 minutos y después se retira con un algodón con agua tibia. Exfoliarse la piel hará que la crema hidratante se absorba mejor
5. Tirantez
Por último, la tirantez es otro de los síntomas de la piel en los meses fríos, especialmente provocada por la calefacción. El uso de humidificadores en el hogar hará que aumente la humedad del aire y la sensación de tirantez disminuya. Además, hay otros factores como la alimentación que pueden influir en el estado de la piel, los alimentos ricos en antioxidantes como la vitamina A y C reparan la piel y los que contienen betacaroteno son buenos para restaurar las zonas dañadas. De este modo, alimentos como los vegetales de hoja verde (espinacas), las frutas y verduras de colores naranjas y amarillos como los albaricoques, naranjas y zanahorias y los alimentos ricos en zinc como las sardinas, son estupendos para la descamación y picazón y promueven la suavidad de nuestra dermis.