Éxodo a la periferia
Hace algunos años la mariposa macaón (Papilio machaon) era tan abundante en Melilla que no era extraño verla revoloteando por lugares tan alejados del campo como la zona portuaria o el centro de la ciudad. Aún es relativamente frecuente en el extrarradio, donde pone una nota de color entre los escombros y graveras que ocupan la antigua zona rural de Melilla. La razón de que esta mariposa fuera tan abundante hasta hace algunos años era porque su planta nutricia preferida, el hinojo (Foeniculum vulgare) era muy común en nuestros campos, y aún hoy es fácil encontrarlos creciendo en los pocos lugares libres de hormigón de la ciudad.
Un crisol natural
La macaón es una de las mariposas más grandes de Europa, y una de las más bellas también, sin duda. Lo primero que llama la atención al verla es el contraste de las líneas oscuras sobre el fondo crema de las alas. El gran tamaño de esta mariposa permite observar estos detalles a primera vista, pero es muy inquieta, y casi siempre la observaremos volando de un lado a otro sin pararse ni un instante, por lo que observarla posada en una flor es una oportunidad que pocas veces nos brinda. En esos raros instantes en los que tendremos oportunidad de verla parada mientras liba néctar de alguna flor podremos observar otros detalles de esta mariposa, como los ocelos azul eléctrico y rojo que adornan el final de sus alas, rematadas además con dos prolongaciones a modo de cola de golondrina. La gama de colores del macaón son difícilmente imitables de forma artificial, y viéndolas se entiende que el arte sea una imitación de la naturaleza.
La mariposa del verano
Otra característica que llama la atención de estas mariposas es que las podemos observar con facilidad en verano, cuando la mayoría de las mariposas han desaparecido de los campos agostados por el calor. Está muy bien adaptada a los veranos calurosos del sur de Europa y el norte de África, hasta el punto de que consigue criar hasta tres veces al año en estas latitudes, mientras que en el norte de Europa cría sólo una vez. El hinojo, su planta huésped por excelencia, puede alcanzar en nuestra zona un tamaño superior a los dos metros, y permanece siempre verde mientras el resto de plantas sucumben a la sequía estacional; esta circunstancia permite que las orugas del macaón, acostumbradas a la toxicidad del hinojo, se puedan alimentar durante los meses más duros del verano.
Orugas con defensa personal
Las orugas de la macaón compiten con los adultos en singularidad, pues tienen el cuerpo adornado de manchas verdes, naranjas y blancas, y su gran tamaño las hace destacar en los tallos de los hinojos mientras se alimenta. Estos colores son una señal de advertencia para los predadores potenciales, especialmente las aves insectívoras; sirve para recordarles que, a pesar de su apariencia, estas orugas saben defenderse muy bien. Cuando se ven amenazadas, estas orugas despliegan un curioso órgano en forma de horquilla que segrega un líquido tóxico que las hace incomibles; los depredadores incautos que cometan el error de comerse una de estas orugas no olvidarán el mal momento que les hará pasar dicho órgano, y recordarán los llamativos colores de la oruga de la macaón para siempre.
Jardines vivos
En los jardines actuales de la ciudad, llenos de plantas exóticas, que requieren además cuidados caros y riegos continuos (en una ciudad donde el agua es un bien escaso), las mariposas autóctonas no encuentran lugar para vivir. Los tratamientos con plaguicidas que se aplican en estos jardines eliminan todo rastro de biodiversidad, y con ello uno de los más bonitos adornos de los jardines antiguos, las mariposas que los habitaban. Poco a poco las ciudades meridionales de Europa están recuperando sus jardines tradicionales y poniendo en valor las plantas ornamentales autóctonas, con todas las ventajas que ello conlleva, incluida la recuperación de las aves y mariposas que vivían en ellas. La jardinería en Melilla está aún muy alejada de estas nuevas tendencias, pero al final la coherencia terminará imponiéndose también en la gestión de nuestros espacios verdes urbanos. Cuando las mariposas vuelvan a encontrar en nuestros jardines sus plantas nutricias, las volveremos a ver por la ciudad.