Continuamos conociendo la historia militar de Melilla visitando la sala histórica del Regimiento Mixto de Artillería nº32, una unidad orgullosa de todos los artilleros que han formado parte de ella y que en sí es todo un museo. El Faro ha hecho un recorrido por todos sus rincones de la mano del suboficial mayor Gabriel Padilla, que ha introducido la historia del regimiento y del salón, y del cabo 1º Antonio de Sousa, que ha profundizado en los hechos históricos de los que puede presumir la unidad y los fondos más destacados con los que cuentan.
Comienzo de la visita
El suboficial mayor Gabriel Padilla es el encargado de la elaboración, conservación y difusión del historial del regimiento. Quiso destacar antes de empezar la visita que la artillería siempre ha estado presente en Melilla. "Ya desde la llegada de Pedro de Estopiñán en 1497. Cuentan las crónicas que al día siguiente su presencia se hizo notar entre sus habitantes por sonidos de tambor y tiros de artillería", señaló.
Asimismo, destacó que los artilleros han tenido varios episodios importantes. Uno de los más gloriosos, ensalzó, fue en el siglo XVIII. "En 1775 el sultán de Marruecos, Mohamed IIII, asedió la ciudad de Melilla durante aproximadamente 100 días. Esta ciudad se salvó muy probablemente por la artillería", remarcó. En este sentido, también quiso poner en valor que los actuales límites de Melilla fueron delimitados por el cañón Caminante.
El regimiento Regimiento de Artillería Mixto nº32 tiene su origen en el XIII Batallón de Artillería de Plaza que fue creado en Melilla en 1891.
Salón de Honor
El Salón de Honor del Regimiento Mixto de Artillería nº32 es un paseo por la historia de la unidad y las gestas heroicas por las que ocho artilleros fueron merecedores de la Cruz Laureada de San Fernando, la máxima distinción militar de España.
Es un salón hecho por y para los artilleros que muestra la gloria de esta unidad, que cuenta con personalidades muy importantes y que merecen que su historia sea difundida. Héroes como el comandante José Royo, el capitán Enrique Guiloche, el capitán Luis Hernández Herce, el artillero Francisco Mas Aznar, el teniente Diego Flomesta Moya, el capitán Federico de la Paz Orduña, el capitán Joaquín Planell y el teniente Ignacio Moyano.
No es la primera sala histórica con la que cuenta la unidad, ya que anteriormente se encontraban en otro acuartelamiento. Al desplazarse hasta la Base Alfonso XIII se hizo necesario encontrar otra ubicación acorde a las necesidades, que en un primer momento sería la biblioteca de oficiales.
Los trabajos para crear esta nueva sala histórica se hicieron en distintas fases en las que se restauró todo el mobiliario, se recreó en antiguo espacio en techos y paredes y se confeccionaron maquetas explicativas.
Para ello, se tomaron moldes de escayola y se hicieron las copias para cubrir toda la pared y el techo, se pintaron todos los motivos decorativos de las plazas en color oro, como eran las originales, y se colocaron.
En el año 2007 se hizo necesario volver a trasladar la sala a un nuevo edificio que se construyó para albergar esta y dos salas históricas más, por lo que hubo que adaptar nuevamente los techos, ventanales y paredes.
Cabe resaltar que las paredes de esta sala se encuentran los nombres de todos los artilleros caídos en tierra africana, encuadrados en las distintas Unidades de las que son herederos. Oficiales, suboficiales, jefes y tropa. De ahí que se llame Salón de Honor. En total, fueron 1.506 muertos, 3,841 heridos y 308 mutilados, que hoy se encuentran recordados en las paredes del Salón de Honor.
Entre el fondo museístico de la sala resaltan las maquetas sobre los hechos de armas que dieron lugar a la concesión de las ocho laureadas de San Fernando, además numerosas piezas de gran valor, destacando el estandarte de la Unidad, un cuadro de Alfonso XIII y algunas piezas donadas por el Museo del Ejército de Toledo como son dos sables que pertenecieron al comandante Royo y al capitán Guiloche, primeros artilleros distinguidos con la laureada de San Fernando, y dos retratos de ellos.
Además de las ocho Cruces Laureadas de San Fernando, la Unidad tiene cinco medallas militares y 22 renuncias cristianas.
Maquetas sobre hechos de armas
A partir de maquetas realizadas por un equipo de artilleros, podemos conocer los hechos acontecidos de manera detallada. Tal y como explicó a El Faro el cabo 1º Sousa, fue más de 1 año y medio de trabajo en el que varios grupos de artilleros que han formado parte de la unidad se documentaron y fabricaron las recreaciones que permiten realzar la historia.
A lo largo de la sala se encuentran todas estas maquetas en las que se detallan los hechos de armas aunque resaltamos algunas de ellas. Para conocer el resto de historia, se puede realizar una visita a este espacio único a través de la web de la Comandancia General de Melilla.
José Royo y Enrique Guiloche
La primera maqueta que podemos encontrar en la sala representa el momento de las muertes del comandante José Royo de Diego y el capitán Enrique Guiloche y la gesta heroica que hizo que fueran condecorados con la Cruz de San Fernando.
Según relató el cabo 1º De Sousa, el 18 de julio de 1909 en el campamento Sidi Hamed El Hach las tropas españolas fueron atacadas por los rifeños durante la noche. Los artilleros acudieron enseguida a proteger los cañones que se encontraban fuera del campamento. En concreto, cañones en cruz de 9 centímetros de bronce. "Era un material indispensable que el enemigo tenía que capturar y llevarse puesto que a ellos les escaseaba ese material", explicó.
El comandante Royo y el capitán Guiloche salieron a proteger los cañones, el enemigo llega a tocarlos, pero no consigue llevarse nada.
Nada más llegar el comandante y el capitán a la línea de piezas, el capitán murió abrazado al cañón número número 268 producto de fuego de fusilería del enemigo y el comandante Royo llegó a combatir cuerpo a cuerpo con el enemigo aunque finalmente murió también a pie de cañón. "Por aquella heroicidad de morir en combate abrazos a cañones, se le concede de la Cruz de San Fernando", añadió.
De estos dos héroes, la unidad de Artillería posee dos retratos y los sables pertenecientes a los oficiales, que han sido cedidos por el Museo del Ejército de Toledo. La concesión se renueva cada cinco años si se cumple una serie de condiciones. Estas piezas llevan en la sala doce años.
Luis Fernández Herce
La siguiente maqueta que vemos en la sala está dedicada a Luis Fernández Herce, a quien le conceden la laureada de San Fernando en vida.
El capitán Herce formaba parte una gran columna que se movía por la parte sur del Gurugú, tal y como relató De Sousa. Esta gran columna sufrió una emboscada por lo que el general jefe de la columna, Darío Díez Vicario, ordena a Herce colocar su batería en posición y disparar al enemigo para cubrir el flanco y que no pudieran hacer mella en la columna. Una orden que no podrá desobedecer hasta que él mismo le dé la contraorden.
El general Vicario se va a caballo y muere de un disparo en el pecho que le parte el corazón por la mitad. Tras numerosas órdenes de retiradas, Herce no las acata porque no veían directamente del general, ya que no sabía que había muerto.
El Estado Mayor tampoco conoce las órdenes que tenía el capitán y se fijan en que hay una batería de artillería combatiendo sola en lo alto de una loma. Fue entonces cuando una ordenanza sale a caballo a fin de disponer que se retiren, pero sin conseguirlo. Herce mantiene su posición y continúa combatiendo con ferocidad, pero en enemigo está avanzando. Los españoles tienen un 30% de bajas entre muertos y heridos y además dos cañones se habían estropeado. Aún así continúa maniobrando para arreglarlos y disparando con los que tenía operativos.
La ordenanza vuelve a donde estaba el Estado Mayor para avisar de lo sucedido y surgen una serie de malentendidos hasta que un coronel con varios oficiales salen a caballo y le explica que el general ha muerto y que debe retirar su batería e incorporarse al resto de la columna.
Herce, al que le habían matado la mayoría de mulos con los que movían los cañones, lo hace con los propias manos, dando saltos poco a poco hacia atrás hasta que llega donde está el resto de la columna. Allí repara los dos cañones, le suministra munición y sigue disparando al enemigo, que desistió del ataque al ver que no conseguían rompen la columna ni hacer mella.
Francisco Mas Aznar
Francisco Mas Aznar estaba destinado en 1911 en el antiguo polvorín de Melilla, más conocido como el Fuerte de San Miguel, con toda la munición de la ciudad. Tal y como relató De Sousa, ese verano hizo en la ciudad un calor insoportable que provocó que uno de los barracones de pólvora salieran ardiendo, se cree que por combustión espontánea. Esto provocó una reacción en cadena y se prendieron varios barriles, por lo que se corría el riesgo de que el barracón explosionara y esto hiciera volar los edificios colindantes de la avenida modernista, que se estaba expandiendo en aquel tiempo.
"Por riesgo de explosión, se ordenó evacuar el fuerte y avisar a la población civil, pero el soldado Francisco Mas Aznar viendo que las llamas salían por tejado, sube y echa un par de cubos de agua, rompe a patadas el techo y llama a compañeros para que le ayuden. Se cuela dentro del barracón y empieza a sacar los barriles de pólvora que no habían ardido, pero estaban caliente, por lo que se quema las manos. Aún así sigue echando cubos de agua y arena para sofocar el incendio. Desde fuera los compañeros enfriaban los barriles con agua", comentó.
"Gracias a esa locura de colarse dentro del barracón, consigue extinguir el fuego y apagar las llamas de los barriles, con lo cual no se produce la explosión que hubiera volado el fuerte entero porque como decía, tanto en los barracones superiores como todas las galerías subterráneas, había todo tipo de municiones de artillería, de pólvora, la cartuchería de los fusiles y todo tipo de fuego de artificio. Gracias a aquella acción consiguieron evitar aquella desgracia", añadió.
Mas Aznar aprobó una oposición y estaba de ordenanza en el Ministerio de Guerra. "Iba con su traje azul con la laureada en el pecho. Una leyenda en vida, todos los militares que iban al ministerio al ver a un héroe vivo se cuadraban firmes como estacas, ya que ver a un laureado en vida era muy difícil", explicó como curiosidad.
A causa de las quemaduras, Mas Aznar estuvo varios meses recuperándose de las heridas y fue distinguido con la Cruz Laureada de San Fernando, que es una de las joyas de las que presume la Unidad ya que fue donada por los herederos de Mas Aznar al Regimiento, aprovechando que la Ciudad Autónoma puso el nombre de este héroe a una calle cercana al lugar donde se produjo su gesta.
Sala noble
El estandarte del Regimientos es, sin duda, la joya de la corona del Salón de Honor del Regimiento Mixto de Artillería y que guardan como oro en paño. Se encuentra en un extremos de la parte considerada por Artillería como la más noble, protegida en una vitrina.
El actual estandarte del Regimiento fue cedido por la presidenta de la Cámara de Comercio, Margarita López Almendáriz, así como otros elementos que se hallan en esta zona como es la figura de su patrona, Santa Bárbara. También podemos ver en esta parte el banderín de Alhucemas, que estuvo en la isla hasta que dejaron su custodia a Regulares.
Junto al estandarte podemos encontrar otra maqueta que muestra el momento de la muerte de dos de los artilleros más ilustres, Daoiz y Velarde, representados también en la marquesina superior de esta sala. Daoiz y Velarde murieron luchando contra los franceses a las puertas del parque de Monteleón en Madrid.
En el lado opuesto al estandarte, encontramos una chimenea en la que se encuentran varios objetos a destacar como son dos vasos de artillería. Estos se llenaban de munición, bolas de acero, y se hacía explosionar en el arte como si fuera una escopeta de cartuchos. "Estos balines salían en el aire y le hacía bastante daño a la infantería. Estos son de 7mm y 75mm".
Sobre la chimenea se ubica un cuadro del rey Alfonso XIII, que desapareció durante la II República. En los años 90 fue encontrado en muy mal estado de conservación, pero afortunadamente se pudo restaurar y hoy en día se encuentra expuesto en el Salón de Honor para el disfrute de todos los melillenses.
Según explicó De Sousa, el cuadro fue donado a Artillería, ya que el rey Alfonso XIII en sus dos visitas a Melilla se hospedó en el Regimiento. Este contrató a una restauradora que estuvo trabajando en él durante 7 meses y lo sometió a numerosos procedimientos químicos para eliminar la carcoma del lienzo. También rellenó todas las grietas que tenía con celulosa. Una vez que lo tenía reconstruido, utilizó fotos antiguas de la época para darle policromía y colorar el cuadro hasta que consiguió recuperarlo del todo.
Para finalizar la visita, el suboficial mayor Gabriel Padilla quiso enfatizar que la sala histórica es un homenaje a todos los artilleros que dieron su vida por España en Melilla y como modo de conservación y difusión de la historia de este del Regimiento.
En este sentido, recalcó que todo el Regimiento se siente muy orgulloso de haber recibido la Medalla de Oro de la Ciudad Autónoma, que les fue concedida en el año 2010 por sus 513 años de historia.