Ayer pedíamos sosiego y cordura una vez más desde este comentario editorial y lo que encontramos como respuesta fueron los ataques y las mentiras de Mustafa Aberchán, que además de tratar a la dirección de este medio de “mafiosos, mercenarios y piratas”, aseguró que no hicimos nada por contrastar una noticia, según dijo, falsa, cuando sabe perfectamente que este periódico hizo todo lo posible por obtener la versión de su hija frente a las acusaciones y denuncias que le presentó la exsocialista Ikram Aanan. Tras una campaña tan dura como la que hemos vivido, con tantos conflictos postelectorales, no paramos de recibir amenazas diarias de denuncias por parte de CpM, cuando no improperios y todo tipo de insultos de grueso calibre. Todo tiene un límite y Aberchán lo ha traspasado sobradamente.
Desde aquí hemos abogado porque sus denuncias se hagan valer en los foros adecuados, los judiciales, si es que cuenta con pruebas para ello; pero también porque, entre tanto la Justicia queda emplazada y se pronuncia formalmente, se reconduzca el clima de crispación en el que tanto insisten Aberchán y su brazo religioso de la CIM.
Nuestra insistencia no sirve de nada, como no están sirviendo los intentos de diálogo del PP tras su victoria electoral.
Si en CpM queda algo de cordura, que nos consta existe en muchos de sus dirigentes, es preciso que se impongan otras líneas de actuación y se anule el estilo de confrontación extrema de la ciudad, no sólo por el bien de la propia CpM sino del conjunto de Melilla.