El Mercado de Carlos V, más conocido como Mercado Medieval, regresará el próximo año a Melilla. Ese es el compromiso tanto del presidente de la Ciudad Autónoma, Juan José Imbroda, como del presidente de la Fundación Melilla ‘Ciudad Monumental’, Francisco Díaz, quien aseguró a El Faro que espera contar con un presupuesto de en torno a 100.000 euros para organizarlo y que ese montante será suficiente.
No parece una cifra descabellada, ya que posiblemente sea una de las fiestas que más congenian con esta ciudad, tan apegada a esas fechas –principios de la Edad Moderna con las evidentes reminiscencias de la Edad Media- en su fortaleza.
No cabe duda de que en Melilla es una fiesta que luce. Colocar los típicos puestos de mercado antiguo, o los que hacen de taberna a la antigua usanza, y acompañarlos de personas que amaestran águilas y de cualquier otro tipo de juglares en un escenario como Melilla la Vieja es un éxito garantizado.
Durante unos días, la ciudad se retrotrae cinco siglos atrás. Un viaje que nos permite experimentar vivencias que nos llevan a imaginar cómo fue ese pasado, a soñar despiertos con cómo cada uno habría actuado y, durante unos días, prácticamente a hacerlo. No se pueden quedar fuera de esos sueños las justas del Foso del Hornabeque con la ciudadela de fondo, en un paisaje y un marco excepcionales.
Es como una película que recrea aquella época y en la que cada cual se puede sentir protagonista. Es un regalo que ofrece Melilla y que por supuesto se debería promocionar al máximo posible.
Pocas ocasiones habrá mejores que esas. Numerosos pueblos son visitados anualmente durante sus mercados medievales por cientos, en ocasiones miles de personas. El de Melilla puede no tener nada que envidiarles y justo es que se dé a conocer al mundo o, al menos, a toda España.
Es una cuestión de practicidad, porque así la ciudad podría obtener unos buenos ingresos mediante el turismo –ya que tanto se habla de él-, pero, al mismo tiempo, es una razón de solidaridad: no es justo privar a los otros de protagonizar su propia película, de disfrutar de su propio regreso al futuro cinco siglos atrás.