La tasa anual del IPC ha cerrado en mayo, en Melilla, en el 4,7%. La buena noticia es que se ha recortado un punto respecto a abril, cuando cerramos en el 5,8%. La mala, es que seguimos siendo la segunda autonomía con los precios más altos (sólo por detrás de Canarias) y la primera donde más crecimiento se ha producido en el precio de los hoteles, bares y restaurantes.
Los precios de los alimentos y las bebidas no alcohólicas, pese a que se han contenido discretamente el mes pasado, siguen registrando en Melilla una subida anual del 13,2% y aunque en los supermercados empieza a notarse la bajada en determinados productos, aquí se nota especialmente que no está entrando carne o pescado desde Marruecos. Por tanto, la materia prima para la hostelería sigue por las nubes ya que el Real Decreto de compensación de los costes del transporte marítimo no incluye rebajas para la llegada de víveres a las ciudades autónomas.
Mientras la media española sufre con una tasa del IPC del 3,2% aquí en Melilla estamos en el 4,7%. En Ceuta, por ejemplo, los precios se comportan de otra manera y seguramente tiene que ver su cercanía con la península. Allí la tasa anual del IPC está en el 3,7%, un punto por debajo de Melilla.
En el último año hemos vivido subidas espeluznantes de los precios que en nuestro caso están regresando a la normalidad con una lentitud que muchas familias no soportan y eso, seguramente, lo están pagando las dietas de nuestros niños, porque en las casas, llenar la cesta de frutas, carne y pescado está costando horrores.
Si Melilla ha podido aguantar este tsunami de los precios ha sido, en primer lugar, porque aquí la familia funciona como núcleo potente de la sociedad; por la solidaridad del Banco de Alimentos; por el trabajo de los Servicios Sociales y porque los melillenses somos gente sufrida acostumbrada a resistir.
Llevamos años viviendo en una especie de emergencia continua. Cuando no es una cosa, es la otra, pero empezamos el año en jaque y lo terminamos en jaque. Aquí no sabemos lo que es, en materia de economía, disfrutar de una tregua.
No es que en el resto del país vaya mejor. Hay problemas para llegar a fin de mes en todas partes, pero desde luego, el margen de maniobra que tiene un madrileño, no lo tiene, aunque solo sea por una cuestión de espacio geográfico, un melillense.
Por eso a los gobiernos entrantes hay que pedirles que centren sus esfuerzos, sus energías y sus recursos en la economía. Por una cuestión de subsistencia, hay que romper el cerco económico sobre Melilla. Esto no puede seguir así indefinidamente.