Mañana espectacular de sol pero con bastante viento; la pregunta era, ¿saldrá la Virgen con este aire que corre en Melilla?. Pues sí, salió y lo hizo a lo grande, rodeada de cientos fieles que la aguardaban a las puertas de su casa hermandad junto a la iglesia de la Medalla Milagrosa, que sigue cerrada a la espera de que se ejecuten las obras que le permitan volver a abrir sus puertas al culto.
Pero vayamos por partes. Desde mucho antes de las diez de la mañana, que era la hora prevista para la salida de los tronos de la Venerable Cofradía Franciscana de Nuestro Padre Jesús de la Flagelación y Nuestra Señora del Mayor Dolor, empezaron a congregarse decenas de cristianos en la casa hermandad. Entre ellos, dos representantes del Gobierno, la vicepresidenta primera Gloria Rojas y la consejera de Políticas Sociales, Paqui Maeso. Minutos después se les unían los senadores Juan José Imbroda y Sofía Acedo, ambos asiduos acompañantes de esta procesión y este año tampoco podían faltar.
Poco después de las diez y como es tradición, se llamaba a la puerta para pedir la salida del primero de los pasos de la Semana Santa melillense: Jesús entrando en Jerusalén, más conocida como “La Pollinica”, portada por 81 hombres y mujeres de trono, ataviados con su distintiva túnica burdeos; sobre el pecho, a la derecha, el bordado del emblema de la cofradía.
Abierta la puerta, empezaron a salir los nazarenos y el cuerpo procesional con toda la guardería, muy numerosa en este caso. La calle empezó a oler a incienso, un perfume que relaciona la Semana Santa con la primavera.
No es fácil sacar ese trono impresionante en una calle que se le quedaba estrecha y, además, darle la vuelta para encarar la bajada hacia el centro de la ciudad. Los portadores, con un gran esfuerzo muy aplaudido por los pres
entes, hicieron gala de su pericia y pusieron el paso en el lugar adecuado. Sonaba el himno nacional y uno de los hermanos entonaba una conocida canción legionaria mientras le acompañaba la Banda de Guerra del Tercio Gran Capitán I de La Legión antes de incorporarse a su lugar en el varal que portaba a Jesucristo montado en la borriquilla.
Detrás del trono, la Agrupación Musical perfectamente uniformada con sus marchas semanosanteras y su percusión que marca el paso de la comitiva.
Minutos después se repetía la operación. Jóvenes de la cofradía llamaban a la puerta para que saliera Nuestra Señora de Gracia y Esperanza en todo su esplendor, con su hermoso manto verde y su chapiri legionario a los pies, muestra de su conexión con el Tercio Gran Capitán, que le monta cada año una escuadra de gastadores y una escolta legionaria de honor a los sones de “El novio de la muerte”, la canción que todo melillense conoce y que resonó en las gargantas de muchos de los presentes como bienvenida a la Virgen, ya en la calle.
Y fue recibida, además, por una magnífica saetera melillense, la cantaora Ana Hernández, que le dedicó una saeta llena de sentimiento en la que le pedía que le dejara tener la ocasión de volver a cantarle el año que viene.
Formada la procesión, la cofradía inició su estación de penitencia que este 2023 vuelve a recuperar su itinerario habitual, incluido su paseo por el Parque Hernández, donde era esperada por varios cientos de melillenses antes de su entrada triunfal por la carrera oficial (Avenida Juan Carlos I) hasta la tribuna, donde era esperada por el vicario Eduardo Resa y los hermanos mayores de las cofradías locales para llevar a cabo la correspondiente oración.
La procesión continuó sin contratiempos hasta regresar a su casa hermandad, seguida por los fieles. Junto a la iglesia, ya en Batería Jota, los portadores disfrutaron de sus tronos encarados a modo de saludo entre el Hijo y la Madre ante el regocijo de los asistentes, que aplaudían a rabiar las muestras de devoción que se prodigaba a las imágenes.
La primera estación de penitencia se había cumplido y ponía la primera piedra de lo que va a ser la Semana Santa de Melilla 2023.