“No hay derecho a esto” era uno de los comentarios más repetidos entre los vendedores ambulantes del mercadillo situado en la calle García Margallo. Después de meses de lucha y reuniones con la Consejería de Medio Ambiente, la Policía Local les avisó esta mañana de que había un nuevo listado de puestos.
En este nuevo listado se habían adjudicado nuevos puestos a aquellas personas que se encontraban en lista de espera. Pero, en lugar de respetar la antigüedad de los puestos que se encontraban allí desde que abrió el mercadillo, los vendedores se enfrentan ahora a una nueva reorganización del mercadillo, teniendo que cambiar de un puesto a otro.
“Han actuado de una forma incoherente”, comenta Manuel Carmona. Para este vendedor ambulante lo lógico sería reubicar a los recién llegados en los puestos que están vacíos y no tener que cambiarlos a todos.
El problema reside en que, después de tantos meses, los clientes que acuden a comprar al mercadillo saben donde están situados cada uno de los puestos y saben a dónde tienen que dirigirse cuando necesitan algo. El nuevo listado que presenta la Consejería destruye el trabajo de estos ciudadanos.
Además, denuncia que hay vendedores a quiénes le han retirado su licencia, después de meses de trabajo y pagando todas las tasas correspondientes.
La semana pasada un grupo de vendedores ambulantes se reunieron con el consejero de Medio Ambiente, Hassan Mohatar, para tratar este tema y llegar a alguna solución. Durante este encuentro, desde la Consejería les aseguraron que se respetarán los puestos de cada uno de ellos y que no tenían nada de que preocuparse.
Sin embargo, esta mañana se han encontrado con una sorpresa muy distinta. La Policía Local se ha plantado en el mercadillo General Margallo informando a sus vendedores de que este jueves deberán ubicarse en la nueva ubicación.
“No nos parece justo que llevemos aquí ocho meses y ahora nos cambien”, denuncia Carmona. Él cree en la palabra de la Consejería, pero no puede evitar dudar cuando la propia Policía Local se presenta con un documento para cambiarlos a todos.
Ahora están intentando encontrar a contrarreloj una solución a esta situación. Si no encuentran alguna y no consiguen poner todo en orden, están dispuestos a manifestarse frente al Palacio de la Asamblea antes de que llegue ese día para reivindicar el trato injusto que están recibiendo.
Elisa Maldonado es una de las vendedoras afectadas. Lleva con su puesto desde que se abrió el mercadillo y no ha faltado ningún día. Ella quiere que se respete la antigüedad de los vendedores y que los puestos vacíos se repartan entre las personas que se encuentran en la lista de espera.
Una opinión compartida por muchos otros vendedores de Margallo. “Esto no es derecho. Que yo lleve tanto tiempo con mis papeles en regla en mi puesto y ahora venga otro y se ponga”, explica otra afectada.
Paqui lleva cuarenta y cinco años poniéndose en el mercadillo y no entiende para nada la gestión actual. "Me han dicho que el jueves no me puedo poner aquí y que el puesto se lo han dado a otra persona", dice. No sabe qué puesto le va a corresponder ahora hasta que el próximo día llegue y se encuentre a un nuevo vendedor en el sitio que ella lleva ocupando meses.
Esta misma comerciante contaba que dos semanas atrás hubo un incidente entre dos vendedores porque a ambos les fue asignado el mismo número de puesto: el 33. Uno de ellos llevaba ocho meses con ese número, mientras que al otro se le acababa de asignar. “¿Qué quieren que nos peleemos entre nosotros mientras ellos se quedan tan tranquilos en sus oficinas?”, comentó.
Algunos de ellos no solo han visto que los nuevos que han obtenido la licencia van a ocupar sus puestos, sino que han descubierto que, de pronto, no aparecen en el registro y sus licencias han desaparecido. Jessica es una de ellas. A pesar de haber pagado todas las tasas y tener toda su documentación al día, se ha topado con que su licencia “ha desaparecido”.
Fue de las primeras en echar los papeles para obtener la licencia. En la lista de la Policía Local si sale registrada como tal, pero a ella no le había llegado, a pesar de haber abonado las tasas. Explica que fue en varias ocasiones al ayuntamiento para intentar saber porqué no le llegaba la licencia, pero continuó sin recibir nada.
Ahora, en la lista nueva con la que se presentó la Policía Local ayer pone que Jessica está de baja maternal y no tiene un número de puesto adjudicado. “Mi bebé tiene 10 meses y llevó ya dada de alta unos 5 meses por lo menos”, explicó, reiterando que nunca había dejado de pagar sus impuestos. “Están jugando con mi puesto de trabajo. Se están riendo de mí”, señaló.
Cuando el técnico llegó alrededor de las 12:00 horas para intentar calmar el malestar de los comerciantes, ella le enseñó los documentos que justificaban el pago de las tasas y le dijo que no entendía qué estaba ocurriendo. Un sentimiento compartido por otros vendedores de Margallo.
“Hemos presentado todos los documentos que han pedido. Si es un error de ellos, pues que lo arreglen”, comentó Abdelmajid. Los comerciantes cuentan que la Consejería les aseguró que se trataba de un “error administrativo” y por eso algunas licencias habían desaparecido. Les han dicho que saldrá otra lista para las personas que ahora se han quedado sin número. Pero los comerciantes desconfían de la palabra de la Ciudad porque “dejan todo en el aire” y “cada día es una cosa diferente”.
Esta situación trae de cabez a los comerciantes que cada martes y jueves se colocan en Margallo para vender. Ya en julio mostraban también a este medio su malestar ante la distribución de los puestos en el mercadillo, con la única intención de visibilizar su problema y encontrar una solución.
Sin embargo, ha llegado noviembre y se encuentran en la misma encrucijada. La distribución actual responde al reparto que se hizo cuando todavía había restricciones por el coronavirus.
El técnico que se presenció allí ayer por la mañana les dijo que, al haberse eliminado las restricciones, no era necesario que hubiera tanta distancia entre un puesto y otro, y que, al poder juntarse, habría más puestos. Esto no le parece mal a los comerciantes, siempre y cuando se les respete su lugar. “Hay sitio para todos”, dicen, pero cada puesto tiene ya su sitio adjudicado y los clientes están habituados a él.