Una historia agitada
Los monos que habitan desde hace varias décadas en los pinares del Gurugú pertenecen a una especie muy singular y con una trayectoria histórica llena de vicisitudes. Su denominación oficial es macaco de Berbería (Macaca sylvanus), ya que es la Berbería, el nombre histórico del Magreb, su región de origen y el único lugar donde subsisten poblaciones en estado silvestre.
Sin embargo, quizás el nombre de mono de Gibraltar es con el que más se le conoce, pues son los ejemplares que viven en el peñón los que le han dado fama mundial a la especie.
Los monos de Gibraltar
Es natural que a los primeros anglosajones que llegaron al peñón de Gibraltar les llamara tanto la atención el que allí habitaran estos macacos, aparentemente tan fuera de lugar en el continente europeo. De hecho, todo parece indicar que estos monos que viven en Gibraltar descienden de ejemplares que llegaron como mascotas de las tropas moriscas que arribaron a esas costas allá por el siglo VIII.
Aunque no era la primera vez que esta especie llegaba a Europa: Los registros fósiles nos cuentan que hace algunos millones de años, cuando el mar mediterráneo no era un obstáculo y el clima era más benigno, Macaca sylvanus habitaba en el continente europeo en zonas tan septentrionales como el norte de Francia o Alemania.
Con el paulatino cambio de las condiciones climáticas, esta especie empezó a retroceder cada vez más al sur hasta desaparecer por completo de Europa, hace aproximadamente unos 30.000 años.
El único macaco africano
Todas las especies del género Macaca, excepto el macaco de Berbería, viven en el continente asiático. Macaca sylvanus es, por tanto, la única especie de macaco que vive fuera de Asia, concretamente en África.
Hay también una diferencia fundamental con el resto de especies asiáticas: el macaco de Berbería es el único representante del género Macaca que no tiene rabo.
El apelativo sylvanus hace alusión al modo de vida adaptado a los ambientes forestales de esta especie. Es entre las masas boscosas donde busca su avituallamiento, ya sea de origen animal, como huevos de pajarillos o pequeños vertebrados, o vegetal, como raíces o brotes tiernos de ciertas plantas, bayas y frutos silvestres.
Este régimen omnívoro nos recuerda cuán cercanos están estos monos a nosotros en la escala evolutiva. Son buenos escaladores, y la mejor forma de verlos en su hábitat es cuando se encaraman en las paredes de los acantilados que les sirven de refugio, pues mientras buscan alimento entre los árboles pueden pasar desapercibidos con facilidad.
Podemos observar esta costumbre de refugiarse en las paredes verticales de los acantilados en muchos lugares del Atlas marroquí tan conocidos como las cascadas de Ouzud, en el Alto Atlas, o las colinas de Akchor, cerca de Xauen. Aunque no hace falta irse tan lejos: las escarpaduras de la cara noroeste del Gurugú son un lugar privilegiado para observarlos, y admirar cómo escalan paredes imposibles con una facilidad pasmosa, muchos de ellos con crías a sus espaldas.
Comunicación gestual
Otra de las peculiaridades de esta especie es su curiosa forma de comunicarse a través de gestos, concretamente con parpadeos, para llamar la atención de sus congéneres sin necesidad de emitir ningún grito ni gemido.
Otra característica de los macacos, el llamativo color blanco de sus párpados, ayuda a hacer visible este lenguaje gestual entre los miembros de un mismo clan; lo más probable es que estas dos características, el parpadeo y el color llamativo de los párpados, hayan evolucionado de forma paralela en esta especie.
Una reintroducción exitosa
Estos monos del Gurugú proceden de un programa de introducción que llevó a cabo el Ministerio de Aguas y Bosques marroquí hace ya tres décadas. Era el segundo intento de introducir esta especie en el macizo del Gurugú, pues el primero resultó un gran fracaso.
La manada introducida en la primera ocasión no supo adaptarse a este nuevo hábitat, tan diferente al de origen, y terminó descendiendo a la laguna de la Mar Chica en un intento desesperado de encontrar alimento, y ocasionando una situación complicada que terminó con el sacrificio de muchos de los ejemplares introducidos.
Gran parte del macizo del Gurugú está ocupada por un pinar de repoblación, compuesto básicamente por pino carrasco (Pinus halepensis) con algunas manchas de pino negral (Pinus nigra); estos pinares ofrecen poco alimento a los monos, y en algunas estaciones del año, cuando los arbustos que forman el soto del pinar no tienen fruto, la situación puede ser muy difícil para ellos. Sólo la pequeña mancha de coscojal autóctono que se conserva en las laderas cercanas a la estación de radar parecen brindar recursos durante todo el año para esta especie, y al parecer en la primera ocasión no fue suficiente.
Los piñones del pino carrasco
Sin embargo, el segundo intento de introducción ha dado lugar a una población estable, compuesta ya por varias manadas, y la abundancia de ejemplares jóvenes y crías confirman su buena adaptación al medio. Hay una peculiaridad de estos monos del Gurugú que puede haber decidido su supervivencia en este nuevo hábitat: han aprendido a alimentarse de los pequeños piñones del pino carrasco, que extraen a mordiscos destrozando las duras piñas gracias a su potente dentadura. Un gran esfuerzo para tan poco alimento, pero es alimento al fin y al cabo, y en los meses de escasez es una buena forma de evitar la inanición. De hecho, una buena manera de seguir el rastro de estos monos cuando visitamos el Gurugú son los restos de piñas mordisqueadas que dejan a su paso.
Una historia de supervivencia
El importante número de ejemplares que viven en el entorno del Gurugú no deja de ser una buena noticia para la supervivencia de esta especie, pues su población mundial ha descendido en las últimas décadas hasta tal punto que la comunidad internacional ha dado la voz de alarma. La presión humana sobre esta especie, traducida en destrucción de su hábitat por deforestación y en furtivismo sobre sus crías para alimentar el mercado de mascotas puede hacer que el macaco de Berbería desaparezca en estado silvestre en pocos años.
Las últimas iniciativas legislativas encaminadas a proteger esta especie en Marruecos y algunos proyectos de ámbito internacional que se están desarrollando con el mismo fin pueden ser la solución para revertir la delicada situación del macaco de Berbería en la actualidad. El que una especie tan cercana a la nuestra en todos los aspectos esté sufriendo estas tribulaciones es algo que debería, como poco, hacernos reflexionar.