El debate de la moción del Grupo Popular en el Congreso de los Diputados acerca de incluir a Melilla y Ceuta en el espacio Schengen, ha vuelto a poner de manifiesto la imperiosa necesidad de que se defina, de una vez y por todas, cuál va a ser el futuro de nuestra ciudad como punto fronterizo con Marruecos.
Es evidente que más pronto que tarde se tendrá que abrir la frontera con el vecino país marroquí y España debe tener una respuesta clara sobre qué modelo de frontera defiende para las localidades norteafricanas.
Desde que se cerró hace dos años con motivo del Covid, se han dado situaciones que obligan a reflexionar y acordar qué tipo de fronteras queremos. Uno de los puntos calientes es la sentencia del Tribunal Supremo que ordena la libre circulación por España de todos aquellos migrantes que hayan conseguido la admisión a trámite de su solicitud de asilo en nuestro país.
Se teme que la aplicación de la sentencia provoque un efecto llamada sin precedentes entre los marroquíes. Es decir, que pasen en masa hacia Melilla y Ceuta para tramitar sus correspondientes solicitudes de asilo, pudiendo así trasladarse sin más problemas a la península.
Y es en ese horizonte donde se dibuja la necesidad de que se acabe con la excepcionalidad de Melilla y Ceuta respecto del territorio Schengen. Estar dentro de ese club europeo obligaría a que los marroquíes que quieran pasar a las dos ciudades autónomas, tengan el correspondiente visado en sus pasaportes, lo cual haría muy difícil seguir rumbo al otro lado del Mediterráneo.
Pedir la inclusión de Melilla y Ceuta en Schengen es una de las ideas. Puede haber otras, seguramente que sí. Por eso ha llegado el momento de que los ciudadanos pidamos altura de miras a nuestros representantes políticos, que lleguen a un acuerdo en un modelo concreto y despejen cualquier posibilidad que ponga en peligro la integridad territorial de las ciudades.
Queremos ver que existe una unión política real en torno a Melilla, reclamamos acuerdos en algo tan importante como nuestra propia identidad y también pedimos coherencia en los planteamientos. No nos vale una postura aquí y otra en Madrid. Esto no es un juego.
Es el momento de la verdad, del consenso, del apartarse de partidismos y arrimar todos el hombro para dar respuesta a una cuestión vital: fronteras protegidas como elemento imprescindible del futuro de nuestra tierra.