Creo que no descubro el agua tibia si digo que el principal problema de esta ciudad es la clase política que nos representa. Tampoco voy a escandalizar a nadie si digo que el Gobierno tripartito falla más que una escopeta de feria porque ni Ciudadanos ni PSOE aspiraban a gobernar y quizás por eso nos da la sensación de que confeccionaron las listas electorales como el intelectual que rellena una quiniela de fútbol a ojo de buen cubero.
Si hoy tenemos la Administración paralizada y con contratos sin pagar (socorrismo) o estancados (Seguridad) es porque al presidente Eduardo de Castro ni en su más ambicioso onanismo mental se le pasó por la cabeza que iba a ser el jefe del Ejecutivo local.
Todos sabemos que la Presidencia le cogió por sorpresa y ahí están esas polémicas imágenes de la investidura. Obviamente no me refiero a la falta de talante de Imbroda cuando amagó con aquel 'do de pecho' delante de las cámaras sino a aquella exigencia del PP a la Secretaría General de la Ciudad Autónoma pidiendo que se anulara el nombramiento del candidato naranja porque éste no se postuló al cargo hasta que vio que un candidato de CpM le había votado.
Con la lista del PSOE, Rojas hizo honores a su nombre y se cubrió de gloria. Salvo Elena Fernández Treviño que ha dado sobradas muestras de saber gestionar y la propia Gloria Rojas, que todos reconocemos que tiene potencial, pero no puede, no hay nada que destacar para bien en la bancada socialista.
La delegada del Gobierno, Sabrina Moh, sólo abre la boca para decir medias verdades y obviedades. Tiene un perfil político subterráneo y no le llega a los tobillos ni a Abdelmalik El Barkani ni a Gregorio Escobar. Ella sabe que la caída de Gloria Rojas es cuestión de tiempo y se prepara para ser cabeza de lista. No se quiere quemar ni se emborracha de éxito. Repite disciplinadamente el argumentario del partido y no se sale del guión porque no sabe cómo salirse. Tiene talento para apartarse y dejar que otros se ahoguen en un vaso de agua. Sencillamente está a la espera de su momento.
No le vamos a negar la genialidad de haber llenado la ciudad de policías el día de las elecciones para poner en jaque a quienes tuvieron la tentación de alterar la calidad democrática de la cita con las urnas o cuando se la jugó a Aberchán y lo pilló intentando salir de Melilla en pleno estado de alarma. Por cierto, nunca supimos, qué sanción le cayó por eso. En diciembre pasado la Delegación del Gobierno sacó varias resoluciones anunciando la revocación de multas puestas durante el estado de alarma, pero claro, desconocemos si entre los DNI publicados, está el del líder de CpM.
Luego está el ex súperconsejero Mohamed Mohand, una réplica de la carrera de Guti en el Madrid: no pasó de ser una gran promesa. Esto lo digo con cautela porque viendo cómo se las gasta igual hasta se está haciendo el muerto para ver el entierro que le hacemos.
El caso es que como gestor, no hay nada que aplaudirle y como infractor nos deja la famosa paella que se zampó con sus amigos a lo Boris Johnson.
No voy a olvidarme de Vizcaíno, quizás uno de los militantes socialistas que más peleó por llegar al Gobierno y luego cometió el error de pedir una subvención que le costó el cargo. Tuvo la decencia de apartarse y por eso minimizó su espantosa caída. Pero estaremos de acuerdo en que para él se acabó la política.
Cerramos con la consejera de Salud Pública, Francisca García Maeso, que con la mejor voluntad del mundo hace lo que puede, pero nunca es suficiente. El problema es que está en un sitio que no es el suyo. No lo tiene fácil. Heredó el desmadre de Mohand y no ha podido reconducirlo. La pandemia sigue desbocada en Melilla por falta de iniciativa política. Ha querido emular a Ayuso y esto se le ha ido de las manos. Encima tiene el brote de rabia descontrolado y las manadas de perros deambulando por las calles. Esto es un toro demasiado grande y me temo que ella nunca se ha planteado recibirlo a porta gayola. En mi opinión, el Gobierno se le queda demasiado grande.
La responsabilidad no es suya: es de quien eligió para el PSOE los integrantes de la lista electoral y a la par, competencias ambiciosas y difíciles de gestionar: turismo, salud pública, Economía, Educación... Menos mal que también se pidió Cultura, que como Deportes, es un área muy agradecida.
Ahora mismo los grandes problemas del tripartito los tiene en su tejado el Partido Socialista de Gloria Rojas: la humillante propuesta del nuevo contrato marítimo; los billetes de no residentes de Air Nostrum a 1.200 euros; la rabia en nivel 1 de alerta y la pandemia sin pruebas PCR y con el laboratorio covid secuestrado. Eso sin contar que son comparsa en el endeudamiento de la ciudad.
Por eso es tan importante pensarse bien una lista electoral. El activismo político no debe ser la vara que mida la aptitud para ocupar un cargo público. Nadie llevará mejor la Educación que un maestro ni la Sanidad que un médico o un enfermero siempre y cuando tengan idea de cómo gestionar el dinero público.
Cuando a toro pasado revisamos la lista del PSOE nos encontramos que es políticamente correcta; justamente diversa, pero totalmente fallida.
Si Gloria Rojas tuviera consigo a los mejores, el PSOE podría haber dado en Melilla una lección de buena gestión, pero lamentablemente, después de tanto tiempo esperando esta oportunidad, no lo han conseguido. La mayoría sólo ha podido hacer el ridículo y dejar a la opinión pública con la boca abierta ante su falta de ejemplaridad. No hay peor crítica para el socialista de Melilla que compararlo con el imbrodismo y en este caso cabe el paralelismo.
El último de los grandes ridículos se ha hecho en Fitur, cuando se eligió un cocinero de Sevilla, sin consultar a los de Melilla, para presentar por todo lo alto un plato no típico de esta tierra.
A falta de un año para el fin de la legislatura, mucho han de cambiar las cosas para que el PSOE resurja de sus cenizas. CpM se lo está merendando con cuchillo y tenedor.