La chilaba es una prenda que en Melilla no pasa de moda y son infinitos los diseños que se pueden hacer sobre este trozo de tela tan tradicional en el norte de África. También, en función de la ocasión, el color y la riqueza de los detalles aumenta, ya que no es lo mismo usar una para diario que otra para ocasiones más formales o especiales, como bodas, donde se usan caftanes.
En el barrio de El Rastro, Ghalia Almansouri tiene dos tiendas, una es Vértigo, donde vende chilabas, y en la segunda, La Doncella, vende caftanes. Una de las trabajadoras explica que los colores que más se llevan las melillenses son el beige, el azul, marrón o blanco para las mujer mayores, aunque dice que todo depende del gusto de cada una.
Almansouri también explica que todo depende del gusto personal y que en sus tiendas tiene todo tipo de diseños y telas.
"Se llevan todos los colores". En general, gustan los colores alegres para las ocasiones especiales y con brillo, pero las jóvenes tiene preferencia por el color perla.
"Se vende color salmón, rojo, burdeos... Se venden porque es llamativo". A Noe, una joven melillense, no le le gustan los estampados y prefiere los colores simples.
Así pues, si es para diario se buscan colores más sencillos y si es para bodas, las clientas piden que sean los trajes de colores "más chillones". Ella es además costurera y recoge pedidos. "Cada uno tiene su gusto", recalca.
Sin embargo, un punto que subraya Almansouri, desde la crisis del coronavirus se nota la tristeza del ambiente cuando la gente va a hacerle encargos o buscando una chilaba. "Ahora es distinto, solo quieren cosas finas, colores menos chillones". "Hay gente más triste por el corona. Ya ni les gusta vestirse muy recargado". También se buscan precios más económicos y con costuras más baratas. Ve que las jóvenes no son tan coquetas como antes. "Yo veo mucha diferencia desde hace dos años, yo espero que mejore esto y la gente ande más contenta".