Los incidentes del pasado martes exigen a nuestra sociedad una reflexión sobre los extremos desequilibrios que se dan en nuestra tierra, y que hacen de los privilegiados grandes privilegiados y de los marginados auténticos desesperados. La alta tasa de paro requiere de medidas extraordinarias. El orgullo con que ensalzamos nuestra multiculturalidad puede caer en un voluntarismo estéril si no somos capaces de reaccionar ante los problemas sociales que azotan nuestra tierra.
La clase política no puede vivir en un permanente enfrentamiento, haciendo del personalismo una cuestión insuperable en sus constantes enfrentamientos. O arrimamos juntos el hombro o corremos el riesgo de no poder hablar de un mismo y único pueblo. Para ser un solo cuerpo social tenemos que ser mas iguales, y esto hoy en día no es así mientras que de los diez mil parados largos un altísimo porcentaje sean melillenses hispanobereberes sin opciones ni apenas oportunidades en nuestra sociedad.