Melilla ha decretado el nivel de alerta 1 de la rabia al detectar un perro infectado en los Pinares de Rostrogordo. El animal asilvestrado forma parte de una manada en la que ya se había detectado otro contagio en septiembre de este año.
En estos momentos hay peligro de transmisión autóctona de la rabia en esta ciudad y fuentes de la Policía Local aseguraron a El Faro que este martes se registraron ocho denuncias de ciudadanos en la Comisaría sobre posibles contactos de la manada de perros salvajes que vaga por doquier con mascotas domésticas.
Al cierre de este artículo, el Gabinete de Comunicación del Gobierno local aún no había podido contrastar esa información porque seguramente pensó que tenía cosas más importantes que hacer.
Desde la Policía Local insisten en que no tienen personal para hacer frente a la novedad de las manadas de perros en Melilla, ahora sospechosos de ser portadores de la rabia, paseándose a sus anchas por las calles de la ciudad. Algunos agentes se quejan, incluso, de que tampoco tienen instrucciones claras.
¿Y saben por qué? Porque en este Gobierno hay predisposición a meter la pata y mirar para otro lado. No sé si es por incapacidad, por mediocridad o sencillamente porque todo esto le viene demasiado grande a varios miembros del Ejecutivo. Eso que decimos tantas veces: lo de gobernar, no era tan fácil como muchos creían.
¿La alerta por rabia? Eso hay quien lo ve como una menudencia , como la factura de más de 230.000 euros que la Ciudad aún no ha pagado a la empresa adjudicataria del contrato público de socorrismo porque lleva dos meses esperando un informe de Intervención del Estado para saber si el interventor municipal tuvo razón al paralizar el pago o si, por el contrario, no ha habido ninguna irregularidad en la contratación del servicio de socorrismo.
Mientras tanto, empresa y trabajadores están a punto de llegar a los juzgados. Y todavía hay que aguantar que la culpa sea de la compañía por no ser lo suficientemente solvente como para financiar el servicio público que presta la Ciudad. Nuestros autónomos no se merecen esto. No es de recibo.
En definitiva, en Melilla, las cosas de palacio, van despacio. Total, nuestros gestores cobran lo mismo a fin de mes, lo hagan como lo hagan . ¿Para qué se van a esforzar?
A esta hora la Ciudad Autónoma no ha informado a la ciudadanía sobre el nivel de alerta 1 por rabia. Nos enteramos porque lo destapó el PP y revisamos el Boletín Oficial de Melilla. Estábamos en alerta por rabia y nadie del Gobierno dijo nada a la ciudadanía. Nos desprecian, nos ignoran y nos toman por tontos.
Tampoco se han dignado desde el Gobierno a redactar una nota de prensa para informar sobre el inicio de la campaña de vacunación de la gripe. Desde el Gabinete de Comunicación se ventilaron la información en ocho líneas, total, como es de una Consejería del PSOE... ¿Para qué fingir que somos un equipo?
Francisca García Maeso, la consejera de Salud Pública y Bienestar Animal está en racha: empieza la campaña de vacunación de la gripe con dos semanas de retraso y sin nota de prensa y, además, tiene la ciudad en nivel de alerta 1 por la rabia. ¿Quién da más?
En Melilla tenemos que convivir con perros asilvestrados vagando por nuestras calles; gatos peleándose con ratas a plena luz del día, y ahora, con el peligro de la transmisión autóctona de la rabia y los casos de covid aumentando sin prisa pero sin pausa.
¿Y saben cuántas ruedas o notas de prensa se han hecho esta semana para hablar de la gripe o de la rabia? Ninguna. ¿Para qué, teniendo el BOME?
Para el Gobierno de Melilla no es importante que la gente de esta ciudad que se quiere vacunar de la gripe sepa a dónde tiene que acudir, a qué hora o si necesita cita previa. ¿Y saben por qué pasa eso? Porque nuestro Ejecutivo parece una asociación incómoda de tres reinos. El de CpM, el de PSOE y el de Eduardo de Castro, que controla la comunicación.
¿Resultado? En Melilla no se venden los logros del Gobierno. No hay empatía con la prensa. No se comunica en positivo. Todo lo contrario. En ocasiones la cuenta institucional del Gobierno en Twitter hace más oposición subliminal a sus socios que el propio PP. Así les va.
La Comunicación de la Ciudad Autónoma no funciona. En cualquier Gobierno, el día que empieza la campaña de la gripe, se envía una nota de prensa con información detallada sobre cuántas dosis se han comprado, quiénes son los colectivos diana... lo mismo de todos los años: prevención.
Aquí, ocho líneas, y una sobredosis de estrés incomprensible en un gabinete que si trabaja, no se nota ni se ha notado nunca.
Y eso en mitad de la pandemia es temerario. Hay en todo esto un tufo a desgana que da la impresión de que esta gente está pidiendo al árbitro que pite el final del partido cuando queda un año y medio de legislatura.
Como dice el refrán castellano "Lo que Dios no da, Salamanca no presta".