La comitiva llegó hasta la plaza de Estopiñán con entusiasmo pero tuvo que volver con prisas a la Purísima para evitar que las imágenes sufrieran algún daño, ya que el tiempo no acompañó esta vez.
A pesar de la amenaza de lluvia, la tarde de ayer se presentó con nubes y claros que dio una visión optimista a los portadores que iban llegando a la Purísima Concepción. Sacar las imágenes titulares de la Cofradía de El Pueblo juntas y en una procesión fuera de Semana Santa iban a ser momentos irrepetibles en la historia. Sin embargo, el cielo se encapotaba y los ánimos iban decayendo conforme pasaban los minutos. A las nubes negras había que sumarles el viento, que aunque no muy fuerte, sí molesto y podía causar daño a las imágenes.
La cofradía se constituyó en 1497 aunque con otro nombre y fue en 1660 cuando se comenzó a utilizar el actual. Así, la celebración de 350 años de historia iban a poner su broche dorado con la salida de esta procesión. Además, con el dinero recaudado en la Feria, se ha adquirido una nueva sanda de plata más ligera.
Indecisión e ilusión
Eran las 18:45 horas y la iglesia albergaba aún una boda. Muchos momentos de indecisión para los hermanos mayores de la Real Cofradía y Hermandad Franciscana de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de los Dolores en la Soledad que esperaban con impaciencia el parte meteorológico de Delegación de Gobierno para confirmar si la procesión partía hasta la iglesia del Sagrado Corazón o suspendían este acto.
Una vez que los felices novios y sus invitados abandonaron las escaleras de la iglesia la tensión entre los cofrades comenzó a aumentar. Unos confiaban en que el cielo aguantase sin llover hasta que la comitiva llegase al centro de Melilla y otros simplemente se dejaron llevar por el desánimo.
El hermano mayor de la Cofradía, Marcelo Nogales, indicó que era la primera vez que se salía en procesión fuera de la Semana Santa desde la iglesia de la Purísima por lo que era un momento muy especial para todos.
Alrededor de 44 hombres subieron al altar y portaron las dos imágenes hasta la puerta de la iglesia donde encontraron ciertas dificultades e invirtieron unos minutos para evitar que la cruz del Cristo diera con la parte de arriba del portón de madera. Los melillenses que vieron la escena no pudieron evitar acompañar al capataz con las indicaciones que hicieron parar a los portadores justo en ese momento. Así, respiraron hondo al ver que en un segundo intento el trono salía sin más complicaciones, pero con el esfuerzo y la valentía de todos ellos. La decisión está tomada. El Nazareno sale en procesión.
Dificultades encontraron también nada más bajar las escaleras. Paciencia y aguante la de estos portadores para no rozar la sanda con la pared. Trompetas, cornetas y tambores ofrecieron el mejor acompañamiento. También estuvieron presentes las autoridades miliares de la ciudad, el diputado popular, Antonio Gutiérrez, y el viceconsejero de Turismo, Javier Mateo.
Las imágenes llegaron hasta la muralla y comenzaron a bajar con paso firme y un bonito balanceo hasta la plaza de Estopiñán. Pero el tiempo no quiso acompañar y a la altura de la estatua y la banderas la lluvia asumió el protagonismo. Momentos confusos para todos los presentes que vieron como los portadores daban marcha atrás con un paso veloz ante la posibilidad de que lloviera con más fuerza.
De vuelta a la Purísima
La seguridad de las imágenes de la Virgen y el Cristo primaron para los cofrades que, muy a su pesar, decidieron volver a la Purísima. El trayecto se deshizo lo antes posible y al llegar a la iglesia los fieles aplaudieron emocionados.
La banda de Cornetas y Tambores del Cristo de Medinaceli y María Santísima del Rocío acompañó hasta el interior al trono y no paró de interpretar hermosas saetas en honor a las dos imágenes. Los portadores mecieron el trono repetidas veces ante las lágrimas de los presentes.
“Para un cofrade lo más duro es no poder salir”, aseguró una componente de la Cofradía que no pudo continuar por la emoción. Así, se leyeron varios versos de La Biblia donde se describía cómo tenía que ser el amor.
Entre vítores y aplausos, las imágenes regresaron al altar. La historia de la Cofradía recordará el día de ayer con pena y sabor amargo, pero también con la esperanza de revivir este momento de nuevo.