En LA MAÑANA de ayer, 41 inmigrantes arribaron a la isla española de Tierra. Personas que huyen de la pobreza y la guerra y buscan una salida intentando llegar a Europa, donde creen que encontrarán una vida alejada de la miseria y la violencia. En el grupo hay niños y mujeres, algunas de ellas embarazadas, lo que da una idea de lo que están dispuestos a arriesgar con tal de poder labrarse un futuro mejor.
Por desgracia, el recibimiento que tuvieron no fue el más amable. Según han denunciado ONGs, los inmigrantes fueron golpeados y se usaron gases lacrimógenos para su dispersión. A la incertidumbre de no saber que va a pasar con ellos, desconocen si serán devueltos a Marruecos o traídos a Melilla, estas personas han recibido un trato inaceptable por parte de una democracia como la nuestra. Existen ciertas líneas rojas que no se pueden traspasar, y aunque la seguridad de los agentes a los que se les encomienda este tipo de misiones es irrenunciable, no parece que un grupo mayoritariamente compuesto por mujeres y sus hijos pudieran suponer una amenaza como para que fuese necesario el uso de la fuerza de manera tan contundente. La indefensión en la que se han encontrado estas personas es inaceptable, como la ambigüedad con el que se trata este tipo de situaciones desde los organismos oficiales, como la Delegación de Gobierno de esta ciudad, que prefiere señalar que desconoce lo que sucede antes de ser transparente con la gestión de este tipo de asuntos.
No es la primera llegada de inmigrantes a alguno de los islotes españoles y en otras ocasiones ya se han producido situaciones controvertidas que incluso han valido la investigación por parte del Defensor del Pueblo.
Nuestra democracia tiene que serlo con todas las consecuencias, para lo que nos gusta y para lo que nos gusta menos. Nos hemos dado unas normas de respeto al prójimo que debemos cumplir, por difícil que sea en ocasiones, y el Gobierno es el primero que debe respetarlas. También es fundamental para un Estado avanzado, como se supone que es el nuestro, ser transparente con la ciudadanía, informar de lo que está sucediendo y explicar con detalle cuales son las medidas que se han tomado. La respuesta a este tipo de situaciones no puede seguir siendo el oscurantismo y que se mire hacia otro lado. La democracia se respeta en su totalidad, no se elige que parte nos interesa y cual no. O es completa o no será.